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Una celebración imaginativa

Barcos y trenes con bandas y fanfarrias de animación conmemoraron en Euskadi el Día Europeo de la Música

El Día Europeo de la Música, celebrado el viernes en una treintena de países del continente coincidiendo con el solsticio de verano, tuvo en Euskadi, o más bien en Guipúzcoa, una expresión imaginativa: un barco y un tren comarcal recorrieron los pueblos de la costa y el interior de la provincia, respectivamente, con bandas y fanfarrias, animando al personal a participar en la conmemoración. Por contraste, en Vizcaya la cosa fue de coros: 52 de ellos recorrieron las plazas de los pueblos y los barrios de la capital entonando los aires de sus repertorios clásicos.

No por casualidad Vizcaya es un territorio más inclinado a la gastronomía tradicional que a las modernidades de la nueva cocina. El lendakari, José Antonio Ardanza, que, pese a haber hecho su carrera política en Guipúzcoa, no puede ocultar su origen vizcaíno, se sumó a la celebración con un mensaje más bien tradicional, y hasta atávico en sus referencias a las danzas en torno a la hoguera, difundido en lengua francesa a través de la emisora estatal de radio gala, que coordinaba un programa dirigido a toda Europa.La iniciativa de conmemorar el nacimiento del verano con manifestaciones musicales es de origen netamente francés, quizá porque esa nacionalidad tenía un famoso militar, que llegaría a emperador, para quien la música era únicamente "el menos molesto de los ruidos". Su compatriota Gustave Flaubert dejó dicho, por otra parte, que la inteligencia es "una facultad inversamente proporcional a la capacidad para soportar el ruido", si bien no fue del todo explícito a la hora de precisar si consideraba a la música algo menos o "algo más" que ruido en general.

Más bien se alinearon con el autor de Madarne Bovary los ciudadanos suizos, que el viernes, y para conmemorar la fecha, interrumpieron, hasta las siete de la tarde, la emisión por radio de cualquier programa musical: subrayar una presencia mediante su estruendosa ausencia es una técnica bien conocida por los escultores del vacío y artistas en general.

Sea como fuere, el barco que a las nueve de la mañana, y con el conjunto de jazz Kursaal a bordo, zarpó del puerto de Fuenterrabía para recorrer los pueblecitos de la costa, hasta Guetaria, llevaba un nombre tan poco neutral como éste: Obélix. Un muñeco que representaba al fortachón galo de las historietas francesas de Uderzo y Goscinny, el terror de las legiones romanas, presidió, y casi dirigió, desde lo alto de la cabina de la embarcación la ejecución por parte de la banda donostiarra de diversas composiciones.

Invitar a la fiesta

El Obélix inició su periplo con una parada en la localidad vasca francesa de San Juan de Luz, para llegar, hacia el mediodía, a Pasajes, en cuyo puerto se le unió otro barquito, La Nivelle, fletado por la dirección regional de música de Aquitania, y cuyos 30 melómanos pasajeros confraternizaron con la banda de jazz y acompañantes en un almuerzo a base de nouvelle cuisine, presidido por el diputado general de Guipúzcoa. Por la tarde, el Obélix recaló en los puertos de San Sebastián y Guetaria.Simultáneamente, el tren del Curola, siguiendo en sentido inverso el curso de dicho río, hizo el recorrido entre Zumaya y Zumárraga, conduciendo en sus cinco vagones, convenientemente acondicionados para la ocasión, a otros tantos grupos musicales, cultivadores de distintos géneros. Músicos y acompañantes descendían con sus instrumentos en todas las estaciones del trayecto para incitar a las gentes a sumarse a la fiesta. Fue así como muchas personas participaron en el acorde o acuerdo europeo del solsticio de junio.

En algunos pueblos no comprendidos en los itinerarios reseñados, como Rentería, Zarauz o Tolosa, se organizaron festivales musicales de ámbito local que contaron con gran participación

Por la noche, en la ermita de Urbía, el cuarteto Medina de Oñate interpretó, entre otras, obras de Bach, Peñaflorida, Vivaldi, Usandizaga y Donostia, para dejar paso nosteriormente a los bertsolaris, trikitilaris y txistularis. Los grupos que viajaron en el tren del Urola fueron Los Fontaneros del Bopp de jazz, la Trikititza de Zumárraga, Los Titiriteros de Sebastopol Carlos Fiel, flauta, Fernando Saldaña, viola de gamba, y El Ochote Erdizka.

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