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Un verano para leer

La presencia de escritores dio buenos resultados a la Feria del Libro de Madrid

La transición de la primavera al calor durante las dos últimas semanas incidió en la afluencia de los madrileños a la Feria del Libro clausurada ayer en el parque del Retiro, pero de todas formas era visible una moderada satisfacción de los libreros. Dos factores decidieron el mejor o peor éxito de las 379 casetas: su situación en las dos larguísimas hileras a lo largo del paseo, y el que algún autor de éxito hubiera firmado ejemplares. Con el final de la feria, comienza el placer de la lectura en verano.

, El escritor firmando libros es una imagen que atrae a muchos. Largas colas se alinearon bajo el sol para obtener una firma en el último poemario de Jorge Luis Borges, Los conjurados, cuyas ventas, sin embargo, bajaron en los días sucesivos. A lo largo de dos horas, el narrador argentino garabateó tres sencillos trazos en 333 ejemplares, y ahí se paró, por considerar adecuada esa cifra cabalística. Otro escritor magnético fue José Luis Sampedro, con su novela La sonrisa etrusca, que según juicio unánime fue el libro más vendido, junto con El amante, de Marguerite Duras.Una niña de unos siete años y ojos azules se acercó ayer, a una hora de calor, a una caseta especializada y fue preguntando por libros que le resultaban caros en exceso. Finalmente preguntó con escepticismo: "¿Qué se puede comprar por 50 pesetas?". Le ofrecieron un cuento ilustrado. Pero ya no tenía edad para él. Los niños fueron otra de las novedades de la feria. No sólo por los talleres y fiestas creados para ellos, sino porque, según comentaron especialistas, su interés y capacitación mejoró respecto a años anteriores. El gran éxito fue la colección Elige tu propia aventura, libros construidos a la manera de Rayuela, de Julio Cortázar, en los que el lector, invitado a ser también creador, escoge el desarrollo de la trama. También continuaron los clásicos, como las aventuras de Tintín, que van ya por su quinta generación de admiradores. Los niños dirigieron unas 300 cartas a escritores con la promesa de la organización de que las harían llegar a sus destinatarios. El problema es que algunos escribieron a don Antonio Machado.

El público de la feria también acude a los clásicos y a los caros, según dijeron libreros especializados. Una de las colecciones más vendidas fue la compuesta por los 23 volúmenes publicados de la Historia de España de Menéndez Pidal (6.500 pesetas por ejemplar).

Faltó confianza en la especialización. Los feriantes reservaron para sus estanterías laterales sus propias preferencias. En la librería Miguel Hernández, una de las obras más vendidas fue la Constitución de 1931. Los que no quedaron contentos fueron los heladeros. Aunque les ayudó el calor, este año pasaron de ser tres a cinco.

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