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Falleció Karen Quinlan, tras permanecer 10 años en estado de coma profundo

Francisco G. Basterra

Karen Ann Quinlan, la mujer que provocó un debate nacional sobre el derecho a la muerte en Estados Unidos, murió el martes (madrugada del miércoles en España) en un hospital de Nueva Jersey después de pasar 10 años en estado de coma profundo. Quinlan, que tenía 31 años, entró en coma el 15 de abril de 1975 y, a pesar de que su familia logró un año más tarde una sentencia que permitió que fuera desconectada de un respirador artificial, Karen continuó viviendo una vida vegetal durante toda una década sin respiración asistida.

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Vida vegetativa

El caso Quinlan ha abierto la puerta al diálogo sobre la cuestiones éticas y legales que rodean a la moderna medicina en la era tecnológica. Gracias a los últimos avances técnicos y científicos, es posible prolongar hasta límites extremos la vida de pacientes que hace unos años hubieran muerto irremisiblemente. Bruce Jennings, un experto en Deontología Médica del New York Hasting Center, ha explicado: "El caso de Karen Quinlan nos ha ayudado a abordar el dilema que plantea la medicina moderna: las cuestiones de la vida y la muerte están en nuestras manos, no en las del destino". Para los observadores, esta historia se ha convertido en un punto de referencia para pacientes muy viejos o con enfermedades incurables que dirán que no quieren vivir como lo ha hecho Karen.Gracias al precedente sentado por este caso, en 24 Estados y en la capital federal están permitidos los testamentos en vida para decir ' a los médicos que no se empleen sistemas artificiales para seguir manteniendo a una persona con vida en los casos de enfermedades incurables. El 17 de enero de 1985, el Tribunal Supremo de Nueva Jersey fue más allá al fallar que es legal dejar de alimentar artificialmente a este tipo de enfermos. Esta sentencia no ha podido ser aplicada, sin embargo, a otro famoso caso, el de Elisabeth Bouvia, una enferma cuadrapléjica que en 1983 perdió una batalla legal para dejar de ser alimentada artificialmente.

Lágrimas y silencio

Sus padres estaban en la habitación cuando Karen falleció. Durante 15 minutos sólo hubo silencio en la habitación y lágrimas en los ojos de la familia, dijo el doctor James Wolf, que atendió a Karen "Los Quinlan, de alguna forma, se sintieron aliviados por la muerte de su hija", explicó el cura de la familia. "Durante las últimas 36 horas parecía que estaba más inquieta que en ningún momento de los últimos 10 años", declaró el doctor Wolf.Karen Quinlan, una morena de melena lacia, de la que los americanos sólo conocen una foto de 1975, ha pasado todo este tiempo en una postura fetal, sin otra expresión que no fuera una mueca de cuando en cuando y alimentándose por una sonda gástrica conectada por la nariz. En los últimos tiempos pesaba sólo 35 kilos y tenía algunos cabellos grises.

Su padre, un capataz, ha viajado todas las mañanas de la última década 70 kilómetros para acudir a visitarla. Su familia hablaba con ella, acariciaba su pelo y trataba de cambiarla de postura para evitar las dolorosas ulceraciones producidas por una inmovilidad tan prolongada.

El 31 de julio de 1975, tres meses después de que Karen entrara en coma en la fiesta de cumpleaños de un amigo, al parecer después de haber bebido tres ginebras con tónica e ingerido algún tranquilizante, sus padres, devotos católicos, pidieron al hospital que desconectara a su hija del respirador artificial. El doctor que la atendía respondió que tenía "un problema moral" para ejecutar la orden de la familia, que en noviembre de ese año acudió a los tribunales para conseguir su deseo. Sin embargo, un juez del Tribunal Superior del condado negó el permiso legal necesario.

Los Quinlan tuvieron que esperar hasta el 31 de marzo de 1976, cuando, en una decisión considerada histórica, el Tribunal Supremo del Estado de Nueva Jersey declaró que el respirador que hacía funcionar artificialmente los pulmones de Karen podía ser retirado "porque ningún interés superior del Estado puede obligar a la paciente a soportar lo insoportable". El 14 de mayo de ese año el respirador fue desconectado, pero Karen continuó viviendo en un estado descrito por los médicos como "crónico vegetativo".

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