_
_
_
_
Reportaje:La reprivatización de Rumasa

Pedro Domecq, SA, salvado por la campana

J. C., Es opinión generalizada que cuando Miguel Boyer interrumpió de forma un tanto violenta el discurrir del imperio Rumasa, Pedro Domecq, SA, el buque insignia de las bodegas jerezanas, estaba a punto de ser engullido por la insaciable abeja. Casi 2.000 millones de pesetas en números rojos en 1982, reducidos a 180 en 1983, habían dejado la empresa madura para la entrada triunfante de José María Ruiz-Mateos en la fortaleza de la calle de San Ildefonso, número 3, de Jerez.

En realidad, la obsesión jerezana de Ruiz-Mateos era Domecq, quizá porque la firma representaba todo aquello de lo que él carecía e idealizaba en las viejas familias del sherry. "José María Ruiz Mateos intentó en varias ocasiones hacerse con un paquete importante de la sociedad", asegura Fernando L. de Carretosa Domecq. La campana de la expropiación salvó seguramente a la firma de convertirse en la bodega número 20 propiedad de Rumasa.

Más información
Maquillar para vender

En los dos últimos años, Pedro Domecq ha iniciado una vigorosa recuperación. "Si se siguen las pautas marcadas por el Plan del Marco de Jerez, esto puede ser de nuevo negocio de aquí a cuatro años vista. Fijar cupos a la exportación, en consonancia con la demanda del producto, y aplicar una política de precios mínimos son los dos pilares sobre los que se asienta el futuro del vino de Jerez", señala L. de Carretosa Domecq.

En 1984, Domecq consiguió 318 millones de pesetas de beneficio neto, con un cash-flow positivo de 715 millones. "Para lograr este cambio ha sido preciso un plan de austeridad que han soportado por igual empleados, en su nivel salarial, y accionistas, que han debido hacer frente a una ampliación de capital de 2.000 millones de pesetas. Eso y una política de apoyo decidido a las marcas han llevado a la firma a consolidarse con una visión de, largo plazo".

Unos otros han aprendido en Jerez los peligros que entrañan las guerras de precios. "Una bota de vino (500 litros) vale cerca de 60.000 pesetas; si se le suman casi cuatro años de envejecimiento y la financiación de ese inmovilizado, resulta que en nuestro caso una botella de La Ina debería valer cerca de las 600 pesetas".

Pedro Domecq está ahora estudiando la situación de las distintas empresas bodegueras del grupo Rumasa. El que estuvo a punto de ser comprado puede pasar a comprador. "La cuestión fundamental para comprar, aparte naturalmente de la relación activo / pasivo y de la plantilla, son las marcas, algo de lo que precisamente Rumasa carecía y carece, y que hará difícil que alguna de las seis nuevas sociedades pueda reprivatizarse".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_