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Managua admite que hay que reformar el Acta de Contadora

El Grupo de Contadora se ha pasado ocho meses hablando de armar el acta de paz que presentó en septiembre. La reunión clausurada el jueves en Panamá ha puesto en evidencia que no se trata sólo de introducir cambios marginales, sino de abrir un nuevo debate sobre todo el texto y reformarlo en profundidad. Nicaragua, que ha defendido a todo trance el primer documento, ha terminado por aceptar con realismo la nueva situación, ya que, según su viceministro de Exteriores, Víctor Hugo Tinoco, "no podemos defender el acta más allá que los propios miembros de Contadora".

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Esto supone prolongar la negociación hasta las calendas griegas. Por de pronto, todo lo relativo a desarme y presencia militar extranjera, tema sumamente conflictivo porque implica a Estados Unidos (asesores, bases, maniobras), ha quedado aplazado hasta la próxima reunión, que debe celebrarse en la segunda quincena de junio.Contadora presentó sobre esta materia un nuevo documento que asume en parte las tesis sostenidas por Honduras, El Salvador y Costa Rica. A diferencia del acta primitiva, que establecía plazos perentorios para la cancelación de maniobras con participación de ejércitos extranjeros, salida de asesores y clausura de bases, se propone un mecanismo gradual que prolonga la presencia militar norteamericana.

El vicecanciller de Costa Rica, Jorge Urbina, fue el único que abandonó la reunión con la esperanza de que el nuevo tratado de paz y cooperación pueda firmarse en un plazo máximo de cuatro meses. No hay hechos que abonen este optimismo.

Sólo el capítulo de seguridad y desarme puede exigir varios meses. Los cinco Gobiernos han pedido 30 días para discutir el nuevo documento con sus gobiernos. Es previsible que en junio presenten numerosas enmiendas, que Contadora habrá de analizar de nuevo para buscar un acercamiento. En este tema se cuece toda la negociación. Las divergencias siguen siendo sustanciales.

No se puede olvidar que Nicaragua se siente amenazada directamente por Estados Unidos, y mientras el Pentágono esté presente en su vecindad, no aceptará reducir su propio Ejército. Honduras y El Salvador ven la máquina militar sandinista como un peligro y no quieren que Washington les abandone antes de que Managua disminuya su potencial bélico.

La reapertura de toda la negociación significa, sin duda, una derrota diplomática para el Gobierno sandinista, pero también para los miembros del Grupo de Contadora, que no han podido salvar sin modificaciones de fondo un acta que ocho meses atrás presentaron como fruto del consenso centroamericano, sometido sólo a correcciones de matiz. Los vencedores de esta batalla son los aliados de Estados Unidos, con Honduras a la cabeza.

A partir de hoy el diálogo se endurecerá por parte nicaragüense. Sus vecinos han obtenido una excelente cosecha con la táctica de presentar decenas de enmiendas. Managua reclama el mismo derecho. Tal vez eso explica que presentase al comienzo de la reunión un nuevo documento sobre comisiones de verificación y control, abriendo un debate que se creía cerrado.

Contadora entra por esta vía en un camino sin fin. Tal vez para evitar la sensación de fracaso ha impuesto una nueva técnica de negociación, lo bastante confusa como para desorientar no sólo a los periodistas, sino a las propias delegaciones centroamericanas.

No se estudia el acta de paz desde el comienzo, para discutir los puntos de desacuerdo, sino que el propio Grupo de Contadora presenta propuestas sobre diversos temas, saltando de un capítulo a otro.

Este mecanismo permitió clausurar la última reunión con algunos acuerdos marginales y otros que, siendo importantes, no presentaban mayores dificultades.

De esta forma se aprobó la parte relativa a desarme de los grupos irregulares, desmantelamiento de sus campos de instrucción y creación de comisiones fronterizas. El representante de Honduras, Jorge Ramón Hernández, tuvo buen cuidado de poner el énfasis en que este acuerdo sólo entrará en vigor una vez que se firme el acta, con lo cual rechazaba la propuesta nicaragüense de patrullar conjuntamente su frontera común a partir de ahora mismo.

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