La vieja ópera de Haendel revive en el festival de Asturias

El XI Festival Internacional de Música y Danza de Asturias, que se celebra en las más importantes ciudades del Principado, continúa con gran éxito. La catedral ovetense se llenó de público el martes para escuchar el concierto de trompeta y órgano de Angel Millán y Antonio Corveiras -que hicieron un Haendel y un Telemann muy convincentes-, y el teatro Campoamor estuvo abarrotado por un público mayoritariamente joven, que asistió a la representación de Asis y Galatea, de Haendel.

Asis y Galatea es una de las muchas y diversas manifestaciones teatrales de Haendel. Inscrita en el género de las pastorales, sobre las que se alza la sombra del gusto francés y el italiano, toda la partitura rezuma belleza, frescor y humanidad. Cuando en el año 1966 se repuso Asis y Galatea en el festival de Versalles, por el grupo inglés de ópera, el crítico Jacques Lonchampt comentó: "Es imposible encontrar un espectáculo más convencional que, al mismo tiempo, nos devuelva la emoción y la verdad humana".Basta para ello la capacidad expresiva de una música, la animación mímica de todos los personajes a través de gestos medidos y cuidados como en un perfecto ballet y la fusión íntima de las voces y los instrumentos (cuerda y dos oboes barrocos que, a veces, mudan en flautas de pico) dentro de un solo estilo vocal-instrumental que canta los afectos, pinta y describe tenuemente. En cuanto a la representación, lo visto en el teatro Campoamor constituye un refinado ejemplo de autenticidad en la búsqueda del pretérito.

La Camerata de Amsterdam, que dirige Chris Farr, cuyas fuentes estilísticas han de buscarse en Leonhardt y en Harnoncourt, da lecciones de interpretación en todos los órdenes. Si los divos, en el sentido usual de la palabra, no tienen sitio en ese teatro barroco, intímo y suavemente coloreado, hay que decir que una soprano como Bep Pierik, además de poseer una voz preciosa, se produce como una música consumada en el papel de Galatea, a la que da respuesta tierna, casi trémula, el tenor Marius van Altena en Asís, en tanto el barítono Arthur Schildmeijer -de grave timbre y expresión- encarna al temible Polifemo. Darnon y Corydon, los otros dos papeles de la fábula basada en Ovidio y escrita por John Gay, Fryden, Pope y Hughes, tuvieron, por parte de los tenores Geraerts y Fritschy, versiones ajustadas y perfectamente coherentes.

El breve grupo de danza, los vestuarios, los escenarios casi "de salón", el trabajo del clavecinista y, en fin, la sabia, eficaz labor del director Chris Farr, verdadero orientador del singular espectáculo junto a la regista Mireille Pedauge, cuajaron en algo que sorprendió y encantó a todos; de modo que el éxito fue clamoroso.

No quisiera dejar de referirme a las notas, prácticamente breves ensayos, incluidas en el programa de mano. Tanto el comentario de José Antonio Gómez para Haendel y Mozart como los de García Alcalde para Bach, Rosario Álvarez para Scarlatti, Álvaro Marías para El Mesias, y Ángel Medina para diversas partituras, acusan el tono impuesto por el director del festival y catedrático de Musicología en la uni versidad de Oviedo, Emilio Casares. El festival se prolongará hasta el día 20 mayo.