El Ejército pierde influencia en el sistema político que Gorbachov quiere para la Unión Soviética
La renovación del Pacto de Varsovia, la alianza militar socialista y la conmemoración del 40º aniversario de la victoria en la II Guerra Mundial coinciden con una pérdida de protagonismo y una rebaja de la imagen política del Ejército soviético. Sergei Sokolov, el ministro de Defensa, que tiene 74 años de edad, ingresó esta semana en el Politburó (máxima instancia de poder en la URSS) como miembro suplente, pero medios soviéticos lo contemplan como una figura de compromiso sin fortaleza física ni política, como un elemento de transición hacia los tecnócratas jóvenes que llegan pisando fuerte. Con el mariscal Dimitri Ustinov, el Ejército estaba representado al más alto nivel en la URSS.
Ustinov, miembro de pleno derecho del Politburó desde 1976, contribuyó decisivamente al nombramiento de Yuri Andropov como líder de la URSS. Las intervenciones de Ustinov dejaban bien claro que éste jugaba un papel importante en la formación de la política exterior soviética, cosa que no ocurre ahora con Sokolov.Militar de carrera, especialista en unidades acorazadas, Sokolov permanece ahora en un discreto segundo plano, y medios en contacto con el Ministerio de Defensa afirman que en esta institución están encantados porque el nuevo ministro no molesta. La política exterior la lleva a cabo el ministro de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, afirman los expertos en este ámbito, quienes señalan que Gorbachov tendrá cada vez más cosas que decir en materia de política internacional a medida que vaya consolidando su base de poder interno y encauce las medidas destinadas a mejorar el rendimiento económico, dos temas que hoy por hoy son prioritarios.
En su discurso ante el Comité Central, Gorbachov dedicó menos palabras al Ejército que a los escritores y literatos. El dirigente se limitó a afirmar que "no escatimaremos esfuerzos para proporcionar a las Fuerzas Armadas soviéticas todo lo necesario para la defensa de nuestro país y sus aliados, para asegurar que nadie nos cogerá por sorpresa".
Preguntas sin respuesta única
Sovietólogos de distintas tendencias coinciden en admitir que la primacía del partido comunista en él Ejército está afianzada. Sin embargo, hay varios temas actuales que no encuentran una respuesta clara y única entre los observadores occidentales en Moscú, intrigados por la pérdida de protagonismo público de los militares. ¿Cuáles son las relaciones de Mijail Gorbachov, un representante de la generación de la posguerra, con los mandos militares? ¿Cómo aceptan éstos las reformas económicas tímidas, pero hasta cierto punto descentralizadoras, de Gorbachov? ¿Dónde está el ex jefe del Estado Mayor y ex primer viceministro de Defensa Nikolai Ogarkov, destituido en septiembre de 1980A estas cuestiones, un observador externo sólo puede contestar con hipótesis basadas en datos fragmentarios, cuya significación última se desconoce, dado el hermetismo que rodea el mundo militar soviético. Medios familiarizados con el Ejército de la URSS señalan que Gorbachov conecta muy bien con los oficiales jóvenes, que, como él, no participaron en la II Guerra Mundial y "pertenecen a la elite intelectual y tecnocrática" de la URSS. Entre estos cuadros encontraría eco la idea de proceder a una reducción cuantitativa de las Fuerzas Armadas (Nikita Jruschov sería aquí un precedente, salvadas las distancias) a cambio de más moderno material, de un mayor desarrollo tecnológico y de una mayor cualificación del personal.
La realización de esta idea -que permitiría liberar mano de obra para la industria civil- necesita tiempo y depende del desarrollo económico, de la situación internacional y del relevo generacional entre los altos mandos castrenses. Desde un punto de vista meramente técnico-profesional, señalan los medios consultados, la investigación de un sistema de defensa antinuclear basado en el espacio (la alternativa soviética a la guerra de las galaxias norteamericana) atrae en ámbitos de jóvenes oficiales.
Supeditación al partido
Con todo, no hay que olvidar que, a diferencia de los ejércitos occidentales, los oficiales soviéticos son hombres subordinados al partido comunista y poseen una fuerte formación teórica en marxismo-leninismo.Cuestionar el papel del partido o realizar declaraciones basadas más en criterios profesionales que políticos puede traer malas consecuencias. Y ese podría haber sido el caso de Ogarkov, quien había subrayado la necesidad de mantener el ritmo de desarrollo de armas convencionales de alta tecnología a la par con EE UU. Ogarkov había evidenciado la posibilidad de un enfrentamiento Éste-Oeste que no llegara a la destrucción total vía guerra nuclear, pero la línea oficial del partido se concentra en el peligro de una guerra nuclear con consecuencias catastróficas y no en otras hipótesis menores.
La destitución del brillante Ogarkov se atribuyó a un conflicto entre lo político y lo militar, y entre las hipótesis que circularon sobre el tema figuraba la posibilidad de que Ogarkov hubiera pedido más dinero para el presupuesto de defensa, que oficialmente subió un 12% para 1985. Los gastos de defensa soviéticos suponen, según datos oficiales, un 4,9% del presupuesto, pero estimaciones norteamericanas lo cifran en un 13% o 14% del producto nacional bruto, ya que las diferentes partidas se distribuyen entre diversos ministerios, y las grandes fábricas de la industria pesada del país tienen una sección civil y otra dedicada a la producción militar.
Los observadores occidentales discrepan sobre la posible reacción del Ejército soviético ante las medidas económicas anunciadas por Gorbachov. Éstas ponen el énfasis en la disciplina y en el aprovechamiento de lo existente por encima de las inversiones de capital en la producción de bienes de consumo. Las medidas, con todo, subrayan la autonomía de la empresa y estimulan una mayor gestión de ésta sobre sus propios recursos. Ello implica, en último extremo, una disminución de los fondos que revertirán a la estructura central, de donde saca sus presupuestos el Ejército.
Los oponentes de la descentralización limitada de la industria se apoyarían en el sector más estaliniano del Ejército, y con esta tendencia conectaría el miembro del Politburó Grigori Romanov, quien es considerado partidario de un esquema de desarrollo enfocado hacia la disciplina militar y no hacia la transformación progresiva de las estructuras de producción con mayores responsabilidades en los diferentes niveles. De Romanov se ha dicho que renunció al puesto de ministro de Defensa el pasado diciembre con la esperanza de llegar a ser máximo dirigente.
Consolidar la posición
Gorbachov no ha consolidado todavía su posición institucional frente al Ejército, ya que, a diferencia de Leonid Breznev, Yuri Andropov y Konstantín Chernenko, no ocupa todavía el puesto de presidente del Consejo de Defensa. Este puesto está, al parecer, ligado al cargo de presidente del Presidium del Soviet Supremo, que equivale al de jefe del Estado.- Gorbachov no ha sido elegido todavía presidente del Presidium del Soviet Supremo, pero ello deberá suceder antes del otoño, en el caso de que Gorbachov pretenda acudir a las Naciones Unidas como máximo representante del Estado soviético. El Consejo de Defensa es un organismo de composición secreta que posee la última palabra y responsabilidad en el uso de las armas y en todos los aspectos de la defensa soviética.Por otra parte, la participación militar en la vida política institucional está formalmente limitada. En el actual Comité Central (Parlamento del PCUS) hay un total de 22 cargos militares entre los 319 miembros de pleno derecho. Entre los 151 miembros suplentes hay 13 militares, según los datos facilitados al. ser elegido el actual comité, en el 262 congreso del partido, en 1981. En aquel entonces -y a diferencia del KGB y de los cargos vinculados con la política exterior, que incrementaron su participación- el Ejército no mostró ningún aumento porcentual significativo en su presencia en el Comité Central.
En el próximo futuro, dos ocasiones pueden proporcionar pistas sobre el papel de los militares soviéticos en la actualidad. Se trata de la celebración del Primero de Mayo, con carácter civil desde hace varios años, y de la conmemoración del Día de la Victoria, el 9 de mayo. Para esta última fecha se prevé un desfile militar. Aunque el centro de Moscú ha sido cerrado ya varias veces en los últimos tiempos para proceder al ensayo del desfile, los detalles de éste se desconocen y pueden influir en la asistencia de los representantes occidentales. Para el 6 de mayo, el Ministerio de Defensa de la URSS ha convocado una conferencia de prensa con el objeto de explicar las características de los actos conmemorativos del fin de la II Guerra Mundial.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.