TEATRO / 'ACTOS SIN PALABRAS I y II' Tragedias mezquinas
Actos sin palabras I y II.Autor: Samuel Beckett. Intérpretes: Julio Castronuovo, Miguel Ángel Sánchez, Carlos Zabaleta. Vestuario: Daniel Crosa. Dispositivo escénico: Jorge Perrot. Dirección: Julio Castronuevo. Estreno: Sala de Columnas de¡ Círculo de Bellas Artes.
"Dios puede ser sutil, pero nunca mezquino", decía Einstein. Para Beckett parece más bien que hay una cuestión de mezquindad bastante pronunciada, que tal vez se deba a haber sido educado -"casi como un cuáquero", decía él- en un ambiente terriblemente estricto. El Acto sin palabras, de 1956, cuenta esa mezquindad, que algunos han llamado entropía (Wiener) del tropiezo con lo negativo minúsculo, con la dificultad de ser y hasta de no ser, con la capacidad de imposible que tiene lo más fácil, lo más sencillo; y la huida continua de lo que está casi al alcance de la mano. En este casi hay una gran parte de la filosofía de Beckett, sobre todo en su expresión teatral, y es el relato sin palabras de este acto. Aunque técnicamente sea una pantomima, hay una cierta resistencia a considerarla así: no es una sustitución de la palabra por el gesto, sino un silencio demostrativo, una explicación de ese silencio y de la inutilidad de hablar. La interpretación por un mimo puede llevar a un exceso gestual que tergiverse el sentido de ese silencio. Julio Castronuovo, en la representación que da en la Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes, encuentra esa capacidad expresiva y la mezcla de tragedia y comicidad -la pesadilla de un payaso- que requiere la obra.
El sueño y la nada
El Acto sin palabras II, de 1959, es más anecdótico. El despertar forzoso -del sueño o de la nada- de dos personajes -el asténico y el dinámico-, el vacío de sus gestos cotidianos, el regreso al sueño o la riada para volver a empezar por el impulso del dios mezquino relaciona el acto con la manifestación de la inutilidad de la vida; la comicidad trágica trasciende de la diferencia de los tipos, de la caracterización, y es precisamente el gesto o la mímica lo que les distingue y da la señal que todos los caminos conducen hacia lo mismo, o no conducen de ninguna manera. También en este Acto hay una interpretación excelente, por Miguel Angel Sánchez y por Carlos Zabaleta, quienes efectivamente tienen que acentuar el valor del gesto y del cuerpo para conseguir la finalidad propuesta.
Los dos Actos sin palabras está muy bien dirigidos por Castronuovo; el apunte de escenario y sus dispositivos, la austeridad de los elementos, el ritmo de la interpretación y el juego de los actores parecen responder muy bien a la idea de Beckett. Fueron los tres ovacionados.
Babelia
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