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Reportaje:

La oposición chilena, dividida e impotente

Antonio Caño

"La política de represión del Gobierno de Pinochet ha mostrado la debilidad de los partidos políticos, que renacen después de 10 años con las mismas trabas y el mismo sectarismo que originaron la caída de la legalidad democrática". "Pinochet no estuvo a punto de caer ni en 1983 ni en 1984, porque en ningún momento las fuerzas armadas, que sen las únicas que pueden derribarlo, estuvieron dispuestas a hacerlo". Estas dos afirmaciones del dirigente sindical democristiano José Ruiz di Giorgio, presidente de la Confederación de Trabajadores del Petróleo y miembro de la dirección del Comando Nacional de Trabajadores (CNT), explican en gran parte el fracaso de la oposición chilena, que ostenta el récord de haber conseguido un estado de sitio como resultado de su diálogo con la dictadura.

Debilitada por la represión de que ha sido objeto, pero también por sus permanentes luchas intestinas y su tradicional tendencia a la demagogia y a los sueños revolucionarios, la oposición se ha dedicado en los dos últimos años, mientras cientos de miles de chilenos pedían en la calle el fin de la dictadura, a discutir sobre las características de un eventual Gobierno de transición, convencida de que Pinochet tenía los días contados.La derecha no ha terminado de deshojar la margarita del sí o no a Pinochet; el centro cristiano-socialdemócrata echa los restos en el debate sobre si hay que dialogar con la dictadura o si hay que excluir a los comunistas; la izquierda, con olor a exilio todavía, no ha resuelto la disyuntiva de lucha armada o movilización popular.

En este momento existe media docena de grupos que se disputan el espacio ultraconservador del histórico Partido Nacional; los radicales se han dividido en cuatro fuerzas políticas; los socialistas han llegado a superar la docena de minipartidos y hoy sufren una división profunda entre los socialdemócratas de Ricardo Lagos y de la Izquierda Socialista de Clodomiro Almeyda; los comunistas libran batallas muy fuertes en su dirección por el tipo de táctica a emplear. Sólo la democracia cristiana se ha librado de la quema y permanece hoy como un partido con cierta implantación y organización interna.

La fuerza democristiana"

El partido está vivo, actuante, tenemos más de 1.500 bases operando, tenemos registros de muchas decenas de millares de militantes operando, de modo que somos el partido más fuerte, y las encuestas nos dan entre el 30% y el 40% de los votos. Tenemos todos los cargos sindicales importantes en Chile y todos los cargos estudiantiles", afirma Gabriel Valdés, presidente del Partido Demócrata Cristiano (PDC), principal fuerza de la Alianza Democrática (AD), coalición de centro derecha a la que pertenecen también el Partido Socialista , el Partido Radical, los liberales de la Derecha Republicana y el Partido Liberal y la Socialdemocracia Chilena. Estos cuatro últimos, insignificantes.La AD es en estos momentos la caja de resonancia de la indecisión de la democracia cristiana sobre cómo combatir a Pinochet. El partido, que se encuentra en una fase de renovación de dirigentes que debe concluir con la elección de un nuevo presidente, está sumido en la polémica de si dialogar o no con el Gobierno. El sector más derechista, encabezado por el presidente de la Internacional Demócrata Cristiana, Andrés Zaldívar, cree que hay que hacer un esfuerzo por encontrar un resquicio a la dictadura y meterse por él. Un alto representante de esta tendencia comentó que en este país hace falta una buena dosis de realismo, admitir que sólo un milagro puede evitar que Pinochet llegue hasta 1989 y comprender que no se puede dialogar con Pinochet al mismo tiempo que se le exige su renuncia.

Gabriel Valdés, máximo representante de la izquierda del partido, probablemente mayoritaria, asegura con rotundidad que "no podemos aceptar el plazo de 1989, ni el del 85, ni el del 86, ni el del 87". "Yo soy absolutamente intransigente con la dictadura", añade, "y creo que Pinochet no está dispuesto a la transición, de manera que quien piense que ablandándonos con Pinochet vamos a conseguir espacios de democracia en Chile está absolutamente equivocado. Lo que sí decimos es que la forma civilizada de llegar a la democracia es el diálogo, como se hizo en Argentina y en Uruguay, pero mientras esté Pinochet yo no creo en el diálogo. En estas condiciones, pensar en el diálogo es pensar en el diálogo del esclavo con el procónsul".

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Uno de los personajes de mayor peso en la alianza, Ricardo Lagos, dirigente del socialismo más próximo al español, advierte por su parte, que "en estos momentos no hay ninguna posibilidad de reanudar el diálogo. Antes tiene que haber un espacio político mínimo". "Pinochet tiene el propósito de permanecer en el poder hasta que tenga un soplo de vida, así pues, el plazo de 1989 no es un plazo real, y si alguien en la Alianza hiciese un planteamiento de ese tipo, nosotros tendríamos que revisar nuestra permanencia en, ella".

Las diferencias en el seno de la Democracia Cristiana y de la Alianza Democrática han sido aprovechadas por el Gobierno y por la Embajada de Estados Unidos, que juegan la baza de buscar un acercamiento, entre la derecha militarista y el sector más conservador del PDC.

El otro punto de fricción en la oposición chilena es la exclusión, o no del partido comunista, al que en los últimos meses se le ha atribuido la creación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, responsable de diversas acciones terroristas, como explosiones de coches bomba y voladura de postes eléctricos.

"El Partido Comunista no está en la Alianza Democrática, no fue invitado y no tenemos intención de invitarlo, básicamente porque ha adoptado el método de la violencia y eso es un disparate antihistórico que ha hecho el juego a la dictadura. El Partido Comunista se ha colocado en una posición que nosotros repudiamos muy claramente porque la consideramos nefasta para encontrar un acuerdo entre los chilenos", explica Gabriel Valdés.

Más abierto, Ricardo Lagos cree que "los dos elementos que han obstaculizado la unidad de la oposición en Chile son, de una parte, los que creen que se acelera el retorno a la democracia mediante la exclusión del Partido Comunista, y de otra la posición del Partido Comunista de que todas las formas de lucha son legítimas". "El Partido Socialista", añade, "ha estado a favor de la unidad, pero unidad también en los métodos de lucha. Creo que este criterio tiene que terminar imponiéndose. No hay razón para excluir al 8%, al 10% o al 12% de la población que pueden apoyar al Partido Comunista".

El futuro de AD

Agotada en el debate sobre estos aspectos teóricos, la Alianza Democrática (AD) ha ido a remolque de una población harta de Pinochet. Tras el fracaso de la última jornada de protesta, en noviembre del pasado año, los dirigentes políticos creyeron necesario reorganizar las fuerzas de oposición de cara al futuro. "Las nuevas protestas exigen que la oposición sea capaz de decir al país que no sólo está en contra de Pinochet, sino que es capaz de ofrecer una alternativa real de gobierno para este país", estima Lagos. "Queremos llegar a una alianza que tenga contacto con todas las fuerzas democráticas, para desembocar, si es necesario, en una multipartidaria, un gran frente por la democracia", afirma Valdés.El dirigente sindicalista Ruiz di Giorgio considera que "el pueblo no está preocupado por los modelos que se van a construir después de la dictadura, lo que quierees que creen las condiciones para que el país inicie un proceso de reconstrucción de su economía y se respeten los derechos de las personas. Por eso se debe elaborar un programa para poner término al régimen dictatorial, nada más que para eso".

La derecha de la Democracia Cristiana duda de la utilidad, en estos momentos, de convocar manifestaciones de protesta, porque cree que la clase media, muy numerosa en Chile, ya está cansada de manifestaciones.

"Es muy posible que la clase media esté cansada de las protestas, pero también está desesperada por la situación", replica Valdés. "Yo creo que el enfrentamiento a una dictadura personal se hace sobre la base de movilizar a la gran mayoría de la población", afirma Lagos. "Se necesita crear una presióri. de tal magnitud que las Fuerzas Armadas tengan que elegir entre una disyuntiva: o reprimen masivamente o sacan al dicta,dor", cree Ruiz di Giorgio.

Los dirigentes de la Alianza Democrática coinciden en que el tiempo juega a favor de la desestabilización del país. Ricardo Lagos advierte que "conforme pase el tiempo y no haya solución, no cabe la menor duda de que ese 80% que ahora está por la movilización pacífica va a ir perdiendo faerza en favor de la posición fascista y de la violencia, justificada sin duda por la situación de hambre y de falta de libertad de expresión". El presidente democristiano afirma que "`ahora mismo, el único terorismo es el de Estado, pero si siguen las cosas así se van a crear las condiciones para una situación de violencia en Chile".

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