EE UU permanecerá en la Unesco como observador, sin que haya represalias para sus funcionarios
Estados Unidos disfrutará de un status de observador en la Unesco, y los funcionarios de dicha nacionalidad no sufrirán represalias en la organización, según el -acuerdo adoptado por el comité ejecutivo de la misma, reunido durante toda la semana pasada en París.Ésta era la primera reunión tras la retirada efectiva de Washington y existía un gran interés por la reacción de los llamados "países del Tercer Mundo". Se temía un debate teñido de antiamericanismo, pero, salvo algunos ataques aislados, las delegaciones mantuvieron un tono moderado.
La mayor parte de los países occidentales reiteraron sus "críticas constructivas" sobre los defectos de la organización, y algunos, como Japón, que es el tercer gran contribuyente de la Unesco, después de Estados Unidos y de la Unión Soviética, manifestaron que se verían también obligados a marcharse si no se corregían esos defectos rápidamente. Tokio, que aporta algo más del 10% del presupuesto, no formalizó, sin embargo, su decisión de abandonar la Unesco, tal y como hicieron a principio de este año el Reino Unido y Singapur.
Evitar dos bloques
En los sucesivos debates sobre el futuro económico de la organización se apreció un considerable esfuerzo de Francia por evitar que se formaran dos bloques: los países del Tercer Mundo y la Unión Soviética, dispuestos a mantenerla, y los países occidentales, reacios a cubrir el hueco dejado por Washington. Francia anunció, sorprendentemente, que estaba dispuesta a realizar una aportación voluntaria excepcional de dos millones de dólares, al igual que la ofrecida por la Unión Soviética. Algunos otros países, como Cuba, India, Pakistán, México y Venezuela, anunciaron también que realizarían algún gesto con pequeñas aportaciones voluntarias que demuestren su deseo de apoyar la política de la Unesco.
La intervención de Francia permitió evitar una discusión problemática sobre cuáles son los proyectos financieros que deben ser recortados. Los países occidentales querían que no se redujeran los planes más básicos, como la alfabetización, mientras que el bloque del Este y algunos países del Tercer Mundo se negaban a tocar proyectos de índole más política. Finalmente, el comité ejecutivo estimó que el agujero de 28 millones de dólares producido por el abandono norteamericano podría ser cubierto con las aportaciones voluntarias, un cierto ahorro en los gastos de administración y la apertura de una suscripción pública. El debate de fondo sobre posibles reformas quedó pospuesto hasta una próxima reunión, en la que se estudiará el presupuesto para el bienio 1986-1987. El director general de la Unesco, el senegalés Amadou Mahtar M'Bow, objeto de las iras de Estados Unidos, reiteró que no piensa dimitir. A su juicio, el abandono de Estados Unidos forma parte de una política general de descrédito de las instituciones de la ONU. La agresividad de M'Bow, respaldada por la Unión Soviética, no encontró eco, sin embargo, en algunos portavoces significativos del Tercer Mundo, que prefirieron mantener un tono más conciliador.
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