Flick: "Seguiré haciendo donativos a los partidos
"Como demócrata, estoy convencido de que los partidos políticos necesitan apoyo económico" - "Es prematuro decir que alguien ha infringido la ley" - "Nuestros políticos no son venales. No dimos ayuda para obtener contrapartidas"
Pregunta. La práctica habitual en su familia de hacer donativos le ha convertido en el hombre malo del país, señor Flick. Independientemente de que el fiscal haya iniciado actuaciones contra usted, ¿no cree que le cabe cierta responsabilidad moral en este asunto y en el consiguiente deterioro de las costumbres políticas?Respuesta. El que me tache de hombre malo no sabe lo que dice. No está nada claro quién es el pecador, si alguien lo es.
P. El fiscal formuló una acusación contra sus gerentes Von Brauchitsch y los ex ministros de Economía el conde Lambsdorff y Hans Friderichs. En consecuencia, se ha abierto el proceso en el juzgado comarcal de Bonn.
P. El escándalo de los donativos...
R. ...Yo no asumo esa expresión. Hay un proceso...
P. ...Ha menoscabado su fama. ¿Está arrepentido de haber sido tan generoso con los partidos políticos?
R. Yo estaba convencido de que los partidos democráticos no podían desenvolverse sin ayuda económica. Después de la guerra nos pidieron con insistencia que hiciéramos algo por ellos. Los partidos democráticos alemanes no tenían entonces ninguna base económica, en contraste con los partidos de las otras democracias occidentales. Tuvieron que partir de cero; por eso estaban necesitados de ayuda. Para mí era un deber del empresario apoyar a los partidos en la medida de mis posibilidades. No fue sólo la familia Flick la que llevó a cabo esta ayuda; también otras empresas entregaron dinero a los partidos políticos.
P. Muchos empresarios, entre ellos el antiguo y el nuevo presidente de la Unión Federal de la industria alemana, Rodenstock y Langmann, se han distanciado de usted. ¿Se siente traicionado por sus colegas?
R. Yo tengo los nervios templados y sé que navego en el mismo barco que cientos de empresarios que han donado importantes sumas a los partidos. Esta práctica es de dominio público en prestigiosas empresas, como el Deutsche Bank, la Bosch AG y la Daimer-Benz AG.
Ayuda sin contrapartida
P. La crítica que le llega de sus propias filas, ¿le deja indiferente?R. También hay voces amigas. Muchos colegas me han expresado sus sentimientos de simpatía.
P. Se le acusa de haber dado dinero para domesticar a políticos y a partidos.
R. Nuestros políticos no son venales. Nunca hemos pensado en prestar ayuda económica en busca de una contraprestación.
P. Pero usted no ha conseguido disipar la sospecha de haber hecho correr el dinero para ganarse a los políticos de cara a una exención fiscal en la operación de venta de sus acciones en la Daimler-Benz.
R. Nada tiene que ver lo uno con lo otro. Después de la subida del precio de los carburantes, a mediados de los años setenta, muchas empresas tropezaron con dificultades. El consorcio Flick no fue una excepción. Algunas de nuestras empresas tuvieron que hacer inversiones para mantener los puestos de trabajo.
P. ¿No empleó usted el dinero ara ayudar a sus sobrinos, los hijos de su difunto hermano, al que a padre retiró todo apoyo?
R. Si yo tomara en serio todo lo que se dice... A mí no me interesa amasar dinero. El dinero era necesario para asegurar el porvenir de las empresas del consorcio en este país. Para alcanzar este objetivo había que aprovechar las ventajas legales. No se trata de una desgravación, sino de una moratoria fiscal.
P. El asunto no le pareció tan claro a la coalición social-liberal que gobernaba por aquel entonces. Los políticos del Partido Socialdemócrata no querían otorgarle privilegios legales.
Las acciones de la Daimler
R. Aunque muchos empresarios se acogían ya a estas disposiciones, se suscitó contra nosotros una polémica inesperada. La consigna era, por lo visto: los artículos 6b y 4 son para todos menos para el consorcio Flick. Yo le dije al entonces ministro socialdemócrata de Economía: "Nosotros no queremos privilegios, pero tampoco discriminaciones".P. Algunos políticos señalados del Partido Socialdemócrata estaban convencidos de que usted no empleaba los beneficios de la venta para hacer nuevas inversiones.
R. Se lo puedo demostrar: sin la venta de las acciones de Daimler-Benz mi grupo de empresas no habría podido reestructurarse, como ocurrió después. Y todos saben que nosotros empleamos una parte de los ingresos en inversiones en Estados Unidos. Tuvimos que hacer lo que nuestros competidores habían hecho mucho antes. Así aliviarnos al mismo tiempo la sobrecarga nacional de nuestro grupo. Por la parte no invertida de nuestro capital liemos pagado alrededor de 300 millones de marcos en impuestos, una suma que de otro modo no hubiera recaudado Hacienda.
P. Al que era entonces gerente del consorcio, Eberhard von Brauchitsch, se le acusa de haber aprovechado esa transacción para ayudar con grandes sumas a algunos liberales significados, como los ministros de Economía a la sazón, Hans Friderichs y el e nde Otto Lambsdorff.
R. Eso es falso. El señor Van Brauchitsch y yo estábamos convencidos de la necesidad de la transacción en la Daimler. Cuando se produjo esa inesperada reacción, el señor Von Brauchitsch intentó hacer comprender en Bonn que nosotros no deseábamos un trato de favor, sino que únicamente reclamábamos el cumplimiento de las disposiciones legales. Algunos políticos se convencieron de que nos asistía la razón. Brauchitsch se encargó de este asunto porque yo no conocía lo bastante el ambiente de Bonn.
P. ¿Qué necesidad había de ponerse en contacto personal con los políticos.
R. Cada cual tiene su propio método de trabajo.
P. El asunto de los donativos ¿ha repercutido negativamente en la buena marcha del consorcio?
R. A pesar del tratamiento negativo de la información por parte de los medios de comunicación social, la demanda no ha disminuido. Es ridículo lo que escribe un semanario: que los negocios de armamento de Krauss-Maffei se han resentido por el caso Flick. Al cliente no le interesan las habladurías, sino el producto concreto: la fabricación impecable y el suministro en el plazo fijado. Un buen negociante no se deja impresionar por polémicas de donativos.
P. ¿Tampoco los trabajadores de su consorcio?
R. Todos navegamos en el mismo barco. Además, mantengo buenas relaciones no sólo con los miembros de la presidencia, sino con los comités de empresa.
Abandono de los partidos
P. Usted ha apoyado durante años a los partidos políticos, especialmente a la Unión Cristianodemócrata-Unión Cristianosocial y al Partido Liberaldemócrata. Al extenderse los rumores sobre la ilegalidad, los partidos se desentendieron del asunto, dejándole en la estacada. ¿Usted se siente traicionado por ellos?R. Eso es mucho decir, y no estoy de acuerdo. Hay que reconocer, en todo caso, que el legislador no había regulado de modo claro la práctica de la ayuda económica. Una regulación inequívoca nos hubiera protegido contra toda sospecha. Todavía se discute si los donativos a los partidos políticos pueden considerarse como gastos de empresa. El día en que haya una normativa clara volverán a normalizarse las relaciones deterioradas entre los partidos y las empresas.
P. La coalición de Bonn Unión Cristianodemócrata-Unión Cristianosocial-Partido Liberaldemócrata ¿quería concederle una amnistía?
R. Este debate nada tiene que ver con el verdadero tema. A mi juicio, la amnistía debe contemplarse en el sentido de que es preciso crear una situación jurídica clara y no en el de garantizar la impunidad para los casos en que pueda demostrarse una evasión fiscal.
P. ¿Usted volverá algún día a ayudar económicamente a los partidos políticos?
R. Repito que yo, como demócrata, estoy convencido de que los partidos necesitan ayuda económica. Nadie debe avergonzarse de otorgar ayuda con la mejor intención: ni el donante ni el receptor. La condición para el futuro es que las leyes sean inequívocas. También contribuimos a otros fines de utilidad común.
P. ¿Usted tiene la impresión de que ahora los políticos le rehúyen?
R. No he tenido dificultades en los contactos necesarios con los políticos. No corro detrás de los políticos, pero entiendo que puedo hablar con ellos como cualquier otro empresario.
P. El Gobierno actual de la Unión Cristianodemócrata-Unión Cristianosocial y Partido Liberaldemócrata fue acogido con agrado por muchos industriales y, sin duda, también por usted. ¿Está contento del balance de su gestión hasta el momento?
R. Todo es relativo. La coalición actual tuvo un despegue dificil por el lastre que había heredado. En este sentido, sus logros son notables. El déficit estatal se va reduciendo, los precios son bastante estables y las inversiones aumentan. Lo malo es que el problema principal, el elevado índice de paro, no se puede resolver de la noche a la mañana.
P. ¿La labor desarrollada hasta ahora por el Gobierno constituye para usted un acicate en su trabajo?
R. Creo que lo que se ha hecho en Bonn es muy estabilizador, y estoy convencido de que la coalición irá superando los problemas. Por eso puedo afirmar que la situación en la República Federal es correcta, puesto que permite trabajar en forma razonable. De surgir una situación diferente, se produciría en este país un estado caótico...
Miedo a los 'verdes'
P. Se refiere a la participación de los verdes en el Gobierno...R. ...Si un día entran a formar parte del Gobierno, los empresarios tendríamos que replantearnos la situación y nos sentiríamos menos motivados en nuestro trabajo.
P. Las recientes manifestaciones ante la central de su consorcio en Düsseldorf con la consigna expropiar a Flick fueron un anticipo de eso que usted llama estado caótico.
R. Los manifestantes pretendían, una vez más, desprestigiar el apellido Flick. Afirmaban que Flick estaba en contra de los intereses de los trabajadores. Esto es sencillamente falso. He reestructurado el consorcio y he afrontado un elevado programa de inversiones para mantener los puestos de trabajo. El resultado es que en 1984 teníamos muchos cientos de puestos de trabajo más que en 1983. Por eso fue una gran satisfacción para mí que los sindicatos se distanciaran de la acción de los manifestantes.
P. No hay en toda la República Federal una empresa de la magnitud de Flick que sea patrimonio de una familia particular. Parece que ha pasado ya el tiempo para este tipo de dirigentes de la economía.
R. Las posibilidades para las empresas privadas han empeorado y el margen es estrecho. El empresario se encuentra aprisionado entre los sindicatos, los comités de empresa y la cogestión, y está además la vigilancia de la oficina federal antitrust.
P. Pero se trata de instituciones valiosas y, sobre todo, necesarias.
R. Instituciones típicamente alemanas, meticulosas en su labor. Eso que se llama ejercicio de poder está muy limitado. El legislador lo quiso así y no tiene vuelta de hoja. De ese modo, el supuesto choque de poderes entre el Estado y las grandes empresas familiares no existe en absoluto.
P. No existe precisamente porque existió en el pasado.
R. No existe, de acuerdo. Pero la situación para los empresarios no ha mejorado. En Detroit se despide a muchos trabajadores durante las vacaciones de verano y cuando aumenta la producción en otoño se les vuelve a contratar.
P. ¿A usted le gustaría implantar ese sistema en Alemania?
R. Por supuesto que no. Es un ejemplo de cómo están las cosas en otras partes. Considero que nuestro sistema social es mejor.
Las relaciones con el padre
P. Usted tuvo un padre enérgico que exigía esfuerzo y -según se ha escrito- nunca confió mucho en usted.R. Eso no es cierto. No es cierto que mi padre no quisiera confiarme la dirección del consorcio. También es falso que me impusiera un colaborador. El señor Von Brauchitsch, por ejemplo, vino como socio a mi consorcio por iniciativa mía.
P. Y usted ¿no odió nunca a su padre por haber sido tan duro e inaccesible?
R. No. Sentía respeto por lo que aquel hombre había realizado. Salió de Landsberg a sus 67 años...
P. ...Donde estuvo recluido siete años como criminal de guerra...
R. ...Interpuso recurso contra el juicio, y el recurso no prosperó aquí, en el Tribunal Supremo de Estados Unidos, por el escaso margen de 4-3 votos. El acusador principal de Nuremberg era uno de los cuatro votantes.
P. Pero su padre no fue un luchador de la resistencia contra Hitler precisamente.
R. Apoyó económicamente a Hindenburg en las elecciones presidenciales de 1932... contra los nazis. Pero después de la toma del poder hubiera sido suicida rebelarse abiertamente contra los nazis, pues todos debían salvar el pellejo y sobrevivir como fuese. Por lo demás, no necesitó de Hitler para nada. Su consorcio existía desde mucho antes de la toma del poder y él podía dormir más tranquilo que con los nazis. Sólo le digo que cuando mi padre se reintegró a su empresa, en el Este no quedaba nada; entonces marchó a la Maxhütte y se presentó a los comités de empresa y a los directivos; antes tomó una cerveza con los compañeros y les contó sinceramente toda su peripecia, sin callar nada; a la mañana siguiente, cuando entró en la fábrica, los trabajadores le saludaron con respeto.
P. Dentro de dos años, el año de las elecciones para el Parlamento federal (1987), usted tendrá 60 años de edad. Los políticos a los que apoyó durante tanto tiempo ¿acudirán de nuevo a saludarle?
R. Creo que no se avergonzarán de hacerlo. Será para mí un hecho normal ir a visitar, quizá un poco a regañadientes y guardando las distancias, a los señores Bangemann, Stoltenberg y Kohl.
P. ¿Para hablar sobre ayuda económica?
R. Si esos señores deciden ir a las elecciones de 1987, yo les diré que pueden contar conmigo. No les guardaré rencor.
P. ¿O sea que habrá más donativos?
R. Sí.
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