Tierra de Gabinete Caligari

Cuatro rosas dibujadas decoraban en un panel el nombre de Gabinete Caligari, tres rockeros que ejercen como tales y como machos con patillas y que en los últimos meses se han ganado definitivamente el favor de un público, ahora más abundante, que gusta de sus temas antiguos y nuevos, y admite su estilo.Un número excesivo de personas que entraron educadas pero maltratadas tuvieron que comprimirse en las dos plantas del local.

"Pague 800 pesetas por sentirse un cerdo en piara numerosa", se podía haber advertido en la entrada. Los tres Gabinete aparecieron apoyados por el teclista de Pistónes, un trompetista y Ulises Montero con saxo y armónica, éstos de irresistible sonido ronco, y una vocalista, Teresa Verdera que es habitual, al igual que Ulises, en los discos y conciertos de Gabinete Caligari. Habían interpretado Haciendo el bobo y Tierra de nadie, y anunciaron Sufrir, con una coletilla graciosa y quizá poco apropiada: "Sin que nadie se sienta aludido". Sin duda era un anuncio. Quien escribe no pagó, pero allí los cerdos no podíamos ofendernos.

El grupo toca rockabilly autóctono machero, torero, con cierta peculiaridad y con la participación muy percibida de los instrumentos esenciales -batería, bajo y guitarra-, que sus tres representantes tocaron sin excelencia, pero muy contundentes. Gresca gitana fue la excepción de la monotonía de voces en el concierto. La chica, pandereta en mano, añadió una segunda voz fascinante por encima del solista.

Muy bien recibida, Cuatro rosas es la canción representativa del acierto compositor de Gabinete y del éxito conseguido. Es su momento y están en su sitio.