La víctima, convertida en reo
La petición de la pena de muerte contra Grzegorz Piotrowski y 25 años de cárcel contra los restantes acusados, más los ataques contenidos en el discurso del fiscal contra la víctima, Jerzy Popieluszko, y las sugerencias de una conexión exterior, ponen de manifiesto la intención de reducir las responsabilidades a una esfera limitada dentro de los servicios de seguridad del Ministerio de Interior y utilizar propagandísticamente el proceso contra los enemigos del régimen.Algunos pasajes del discurso del fiscal ayer en Torun producen la impresión de que la víctima fue culpable de su asesinato. Las actividades contra el régimen de Popieluszko fueron las que provocaron la actuación de los asesinos. En su declaración ante el tribunal, Piotrowski había dicho que su actitud ante Popieluszko era de indiferencia: "Lo que hizo en los dos últimos años rebasaba sus ideas y su capacidad. Era un cura normal, que durante algún tiempo se convirtió en centro de interés de las gentes, que veían en él un instrumento".
Con frialdad matemática -la especialidad que estudió-, el agente Piotrowski diseñó ante el tribunal su concepción del caso y los objetivos de su tratado de observación sobre las actividades del sacerdote asesinado.
Luego siguió la exposición de las frustraciones típicas del policía, a quien no dan carta blanca para actuar y ve que su trabajo queda destrozado por los de arriba, que pone en libertad al cura subversivo, sorprendido con propaganda, explosivos, y a quien se le imputa también un lío de faldas.
El párroco de San Estanislao de Kostka, Teofil Bogucki, dijo el domingo en la misa patriótica, que "en Torun el asesino insulta a la nación calumniando a un santo" y añadió que todo el aparato de seguridad tendría que sentarse en el banquillo de los acusados de Torun. Ayer el portavoz del Gobierno polaco, ministro Jerzy Urban, replicó al párroco Bogucki y dijo que el régimen no había acusado a todos los sacerdotes cuando uno estuvo condenado por la muerte de un policía. El mismo Urban, bajo su seudónimo de Jan Rem, denunció el sábado pasado el "chovinismo y expansionismo clerical" y el "fanatismo religioso" de algunos sacerdotes e incluso obispos. Popieluszko es, sin duda, para el régimen polaco más peligroso muerto que en vida.
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