La frontera del hambre
La CGTP-Intersindical, de orientación comunista, acaba de editar un libro: Miseria y hambre en Portugal. No es un informe objetivo, sino militante. No recoge estadísticas, sino casos particulares.Su conclusión, ciertamente discutible, es ésta: "Hoy no quedan dudas de que la palabra hambre en Portugal no es una invención de malintencionados o una afirmación demagógica", sino una realidad que puede encontrarse si se quiere buscar. Es una réplica al primer ministro, Mario Soares, que afirma todo lo contrario, y al que se contesta en el libro desde una pintada callejera: "Soares está gordo y el pueblo tiene hambre".
No son sólo el sindicato comunista y el propio PCP los que denuncian. Los periódicos se llenan de estadísticas que demuestran que cada vez se vive peor, incluso los que tienen trabajo. El Gobierno no ha conseguido controlar los precios, que en 1984 subieron un 29,3%, lo que supuso una disminución de los salarios reales del orden del 13%.
Para la familia que dependa de un salario medio, que apenas supera las 20.000 pesetas mensuales, el sacrificio exigido fue excesivo. Sobre todo, cuando vino a unirse a disminuciones del 4,9% en 1983 y del 2,4% en 1982.
Comparando estos descensos con la euforia de los años inmediatamente posteriores a la revolución de abril (cerca de un 18% de aumento de los salarios reales entre 1974 y 1975), se comprende que el desencanto sea moneda de uso frecuente, aunque no se cuestionen, mayoritariamente, los avances sociales que ha supuesto la recuperación de la democracia.
El obispo de Setubal denuncia que hay millares de personas con hambre en su diócesis. El obispo de Coimbra asegura: "Muchos ya no tienen el pan de cada día y comienza a faltarles la esperanza". Un informe del semanario Expresso muestra que el número de suicidios alcanza cotas raramente registradas en los últimos 100 años.
En enero subió el precio de bienes esenciales, como transportes, electricidad, teléfono, leche, agua, pan y leche, en algunos casos por encima del 20%. El semanario 0 Jornal titula: "El país, a pan y agua". Cerca de 100.000 trabajadores trabajan sin cobrar. Y el comunista 0 Diario pone el dedo en una llaga especialmente sensible: el "escándalo nacional" que supone la subida de las retribuciones de los cargos públicos, por encima del 50% en algún caso.
En estas circunstancias, ni sindicatos ni empresarios apoyan el proyecto de presupuesto, que "pretende una recuperación moderada de la actividad económica" que pasa por un ligero aumento del consumo privado y algo más fuerte del público, junto con una reducción de la inflación hasta el 22% y, sobre todo, un mantenimiento de los salarios reales. La cota de la que se parte es demasiado baja. En 1985, las. pintadas callejeras y las pancartas de las marchas de protesta aún contendrán con frecuencia dos palabras preocupantes: miseria y hambre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.