Los vigías del Cosmos
El satélite secreto que el transbordador espacial Discovery llevará el miércoles en su bodega pertenece a la última generación de los espías electrónicos que montan guardia sobre el territorio de las dos superpotencias.El Pentágono, invocando razones de seguridad nacional, se ha negado a publicar información sobre este misterioso satélite, lo que ha provocado una tremenda curiosidad en toda la Prensa norteamericana, que especula sobre las características del mismo.
Según los especialistas, se trata de un Sigint -señales de inteligencia- diseñado para captar las comunicaciones de radio y telefónicas de los satélites soviéticos. Una vez que sea lanzado por el Discovery, será propulsado a una órbita geoestacionaria -36.000 kilómetros de altura-sobre el sur de la Unión Soviética, por un pequeño cohete denominado IUS.
Este satélite, cuya construcción ha costado 300 millones de dólares (unos 52.500 millones de pesetas), puede captar también datos sobre los ensayos de los misiles soviéticos y permitir a EE UU verificar si la URSS respeta o no sus compromisos en materia de control de armamentos, según fuentes de la industria espacial norteamericana.
Washington sospecha que Moscú ha violado las disposiciones del Tratado SALT-2 al hacer pruebas con varios misiles balísticos intercontinentales (ICBM) cuando el tratado firmado en 1979 sólo autorizaba los ensayos con un solo misil.
Decenas de este tipo de satélites han sido lanzados por Estados Unidos y la Unión Soviética desde los años sesenta, asignando a cada uno una tarea concreta: algunos, como los Sigint norteamericanos, escuchan, mientras que otros fotografian y trazan mapas con radares e imágenes.
Algunos, verdaderos centinelas del cosmos, son colocados en órbita geoestacionaria, a 36.000 kilómetros de altura, sobre un punto preciso que se quiere vigilar, mientras que otros gravitan alrededor de la Tierra a alturas variables.
Sus informaciones son transmitidas en general en código por radio y en algunas ocasiones son enviadas en paracaidas a la Tierra en pequeñas cápsulas.
Todos los países guardan el mayor secreto sobre el funcionamiento de este tipo de satélites. Por ello los expertos norteamericanos no han conocido hasta hace poco tiempo la naturaleza exacta del Cosmos 1.603, lanzado por la URSS el pasado mes de septiembre. Según la revista Aviatión Week, se trata del mayor satélite de espionaje militar lanzado por la URSS en toda su historia.
Situado sobre una órbita de uno 920 kilómetros de altura, pasa regularmente sobre un cierto número de instalaciones sensibles de EE UU, entre ellas el futuro centro militar espacial de Vandenberg, en California.
Si se conoce poco sobre los satélites espías soviéticos, se sabe algo más de sus homólogos norteamericanos, gracias, sobre todo, a las publicaciones especializadas que abundan en EE UU. Así, según los expertos estadounidenses Jeffrey Richelson y William Arkin, el primer satélite espía norteamericano fue lanzado en marzo de 1962. Situado en una órbita circular de 480 kilómetros de altura, tenía la misión de localizar las principales estaciones de radar soviéticas y chinas. Esta información era vital para el Pentágono en caso de que los bombarderos de EE UU tuvieran que atravesar la defensa aérea de los dos países en caso de guerra. Varios satélites de ese tipo, conocidos bajo el nombre de Ferret en el mundo de los servicos de información, fueron lanzados en la década de los sesenta.
Varios satélites de intercepción de comunicaciones (Sigint) fueron lanzados por EE UU en los años siguientes (programas Rhyolite, Chalet y Argus).
Para la historia anecdótica cabe reseñar que la existencia del programa Chalet fue revelado a la opinión pública en 1979 por el actual secretario de Estado adjunto para Asuntos Europeos y Canadienses, Richard Burt, cuando era periodista del New York Times.
La utilidad de estos satélites de reconocimiento fotográfico (programas Big Bird o Keyhole) se demuestra todos los días: uno de ellos fue el que revelé que tropas libias se mantenían en el norte de Chad, violando el acuerdo alcanzado con Francia.
Según el experto norteamericano James Badford, el modelo más refinado de este tipo de satélites es el KH-11, cuyo primer modelo fue lanzado el 19 de diciembre de 1976, después de haber sido puesto a punto durante cinco años por la firma TRW, la CIA y la agencia ultrasecreta Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO).
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