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Presiones a Hassan II para que cumpla su amenaza de ejercer el 'derecho de persecución' contra el Polisario

La conclusión de los trabajos de la cuarta ampliación del muro marroquí en el Sáhara, anunciada en la noche del jueves, coincide con crecientes presiones en Marruecos para que sean atacadas las bases del Polisario en la región de Tinduf, es decir, para que se ejerza el llamado derecho de persecucion con que el rey Hassan II amenazó hace tres años. Aunque nadie parece dudar en Rabat de que el rey Hassan II nunca dará tal orden, el hecho de que exista la posibilidad hace correr a mediadores y hombres buenos de una capital a otra con la esperanza de llevar a todos a una mesa de negociación. Sin éxito aparente en su segunda gestión para que se celebre una cumbre magrebí, el ministro tunecino de Asuntos Exteriores, Cald Essebsi, regresó el jueves a su país.

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Con la nueva y definitiva extensión del muro, según Marruecos, las primeras líneas marroquíes quedan a sólo ocho kilómetros de la frontera argelina en algunos casos, y prácticamente en la misma frontera con Mauritania en la antigua Saguia el Hamra.De acuerdo con un mensaje enviado al rey Hassan II por el coronel mayor Abdelaziz Bennani, jefe del Ejército marroquí del Sur, el territorio sahariano adicional que queda incluido dentro de esta nueva extensión del muro es de 17.000 kilómetros cuadrados.

Según otras fuentes, las localidades de Tifariti, Mahbes y Bir Lahlu -últimos puntos del mapa sahariano cuyo control afirmaba ejercer el Polisario- han quedado encerradas bajo dominio marroquí. (Un enviado especial de EL PAÍS acaba de volver de esta zona, cuyo control absoluto permanece en manos del Ejército Popular de Liberación del Sáhara).

El objetivo declarado de Marruecos (impedir que el Polisario pueda pretender que sus ataques procedan de territorio liberado) parece haber sido alcanzado. Con ello se abre una nueva y delicada etapa, en la cual, al menos para los marroquíes, la responsabilidad argelina o mauritana por los eventuales ataques estará decidida de antemano.

La situación en el Magreb -fundamentalmente la tensión entre Argelia y Marruecos- es, sin embargo, tan fluida que al pesimismo de un día sucede el optimismo al siguiente, y a los rumores de guerra sustituyen los de posible negociación.

Contactos con Argel

En cualquier caso, y al mismo tiempo que parece que deba abandonarse toda esperanza de cumbre magrebí, en Rabat se estima que el rey Hassan II y el presidente Chadli Benyedid no han perdido el contacto. Más aún, se afirma que un emisario argelino debe llegar en los próximos días a Marruecos como continuación de un intercambio de visitas que trajo al ministro argelino de Exteriores, Taleb Ibrahim, a Fez a principios de enero e hizo luego viajar a Argel al consejero real Reda Guedira y al actual ministro de Información, Abdelatif Filali.

Tan fluida como la situación magrebí es la coyuntura interna en Marruecos. El rey Hassan II había descartado, a mediados de enero, en una entrevista al diario saudí Ach Charq al Aussat, la posibilidad de que fuese constituido un Gobierno de unión nacional en Marruecos, debido, según él mismo dijo, a la imposibilidad de reunir en torno a un mismo programa económico y social a los diversos grupos políticos del país.

Aunque los socialistas, a quienes iba dirigida la oferta inicial del monarca de integrarse en un Gobierno de unión nacional, insisten categóricamente en que no entrarán a formar parte del futuro Gobierno, el ataque polisario del 12 de enero, en el cual Marruecos reconoció haber perdido un Mirage F-1, ha puesto de nuevo sobre el tapete la cuestión de un posible enfrentamiento con Argelia y, en consecuencia, la necesidad para el rey de contar con un organismo en donde estén reunidas todas las fuerzas políticas nacionales.

Los socialistas habían propuesto antes de fin de año la creación de una especie de consejo de seguridad marroquí, pero a Hassan II no parece agradarle esta fórmula, que implicaría un abanico demasiado amplio de corresponsabilidades en un momento tan dificil, que, según sus asesores, limitaría su eficacia.

Lo cierto es que las apuestas sobre el próximo Gobierno cambian de un día para otro, y lo único que parece seguro por el momento es que el primer ministro, Karim Lamrani, sea confirmado en su cargo y que los socialistas no estarán en él, con lo cual las expectativas de cambios importantes en el Gabinete se reducen considerablemente.

Cuando faltan solamente 24 horas para que se cumpla el aniversario de las revueltas del pan de enero de 1984, la inestabilidad interior preocupa a las autoridades.

En Casablanca y en las ciudades del norte han sido reforzados considerablemente los controles policiales, en previsión de posibles incidentes. Parece firme la determinación del monarca marroquí de evitar que disturbios internos puedan complicar el panorama exterior.

El próximo 3 de marzo, el rey Hassan II festejará el 25º aniversario de su entronización. Para la efeméride se esperan grandes anuncios.

Hasta entonces, y salvo riesgo de confrontación con Argelia, no parece que vayan a tener lugar cambios ni decisiones significativas.

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