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Poner puertas al desierto

"Hassan II ha querido poner puertas al desierto. Se las cerrará todas. Nosotros abriremos ventanas y recuperaremos nuestra patria". Esta frase resume el punto de vista saharaui sobre la estrategia de muros aplicada por el rey alauí en el Sáhara occidental.La frase es de un responsable saharaui. Fue formulada esta semana en Bir Lahlu, la capital simbólica de la RASD, bajo control del Ejército saharaui, situada a unos 100 kilómetros de distancia de muro fortificado marroquí.

A la guerra de guerrillas declarada por el Frente Polisario a Hassan II desde el primer día de la ocupación militar marroquí del territorio, en febrero de 1976, el monarca alauí replicó en 1980 con la guerra de posiciones. Construyó por tramos de un muro diagonal de unos 800 kilómetros que cruzaba la zona Norte del Sáhara desde el cabo Bojador, en el Atlántico, hasta Zag, en el confín septentrional interior del país, fronterizo con Argelia.

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El muro, electrificado en algunos tramos, tiene varios ramales casi perpendiculares a la diagonal. Su misión es la de aislar cada zona de la contigua, de tal manera que una eventual irrupción de los combatientes saharauis en uno de los cuadrantes no implique la puesta en peligro de toda la superficie abarcada por la fortificación.

Los responsables de la RASD confían en que, a medida que Hassan II fortifique el muro, los recursos humanos y materiales necesarios para dotarlo crezcan todavía más. Así, los efectos de esta escalada sobre las dañadas economía y psicología civil y militar marroquíes acarrearán más conflictividad social de la ya existente en el Reino de Marruecos. De no dotar el muro, los combatientes saharauis saben cómo hacerlo vulnerable.

Obuses de 120 milímetros, cohetes Sam, tanquetas de asalto, morteros del 81, kalashnikovs. "Sobre todo, la convicción de que nuestra causa es justa", asegura el ministro de Defensa saharaui, Brahim Ghali.

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Los 15.000 millones de dólares de deuda exterior marroquí, los ocho millones de pobres de solemnidad y la moral de unas tropas que combaten en suelo extranjero, con sus mandos lejos de los centros de poder son, para los responsables saharauis, argumentos decisivos que más temprano que tarde zanjarán la presencia militar de Hassan II sobre su patria.

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