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Martens sale de Washington sin haberse comprometido a desplegar 48 misiles de crucero en Bélgica

Francisco G. Basterra

El primer ministro belga, Wilfried Martens, abandonó ayer Washington sin comprometerse a iniciar el despliegue de 48 mislies de crucero en su país, a partir de finales de marzo, a pesar de que el presidente de EE UU, Ronald Reagan, utilizó toda su capacidad de presión para que anunciara formalmente que los cohetes serán instalados en la fecha prevista Ia pregunta que surge ahora es si puede el líder de un pequeño país de la OTAN incumplir los deseos de la poderosa Administración norteamericana. Parece difícil. Martens no ha dicho que no a Washington, aunque tampoco ha asentido por completo.

El primer ministro belga, un político democristiano que se está jugando su Gobierno con el tema de los euromisiles, quiere ganar tiempo y espera que las presiones que recibirá ahora de Margaret Thatcher, Helmut KohI, Bettino Craxi e incluso François Mitterrand reforzarán su posición para pedir en el Parlamento de Bruselas la aceptación del despliegue de los misiles de crucero la próxima primavera. Antes de abandonar Washington, Martens reiteró que está a favor de los euromisiles, pero también de forzar al máximo la negociación con los soviéticos. Explicó que consultará con los aliados europeos y llevará el tema al Parlamento. Reagan le explicó que todos los, Gobierno.s que han desplegado ya los euromisiles han salido reforzados de esta prueba de firmeza.Esta calculada ambigüedad desagrada en Washington, por emplear una expresión diplomática. Reagan entiende que tras lograr un compromiso soviético para volver a la mesa de negociaciones, cualquier muestra de insolidaridad en un país de la OTAN sería una catástrofe de cara a las futuras negociaciones. La URSS podría conseguir gratuitamente una concesión sin necesidad de lograrla en la negociación si Bélgica no acepta instalar los cohetes a partir de marzo.

El mal ejemplo que podría ofrecer Bélgica es aún más preocupante para EE UU, que teme que Holanda, que se ha comprometido a instalar otros 48 misiles de crucero, aunque en determinadas condiciones, no lo haga, o que incluso la República Federal de Alemania (RFA) pudiera resistirse a continuar con el despliegue de los Pershing 2 que aún ha de realizar. El accidente sufrido el pasado viernes por uno de estos cohetes en la RFA puede ser también utilizado para intentar resucitar el movimiento pacifista en Centroeuropa, que había perdido su impulso tras la instalación de los euromisiles.

A pesar de estos temores, la Administración Reagan evita por todos los medios dar la impresión de que está presionando a Bélgica y que se interfiere en su política interna. Richard Burt, secretario de Estado adjunto para Asuntos Europeos, dijo a la Prensa, tras la entrevista Reagan-Martens, que EE UU era "optimista" con respecto a la decisión de Bélgica de instalar, finalmente los misiles de crucero. Sin embargo, la inseguridad creada en Washington por Martens se reveló inmediatamente cuando el optimista Burt tuvo que contestar a la pregunta de si el despliegue de los misiles comenzará en marzo. "No lo descartaría", contestó.

La Casa Blanca también intentaba aparentar optimismo, y no era difícil encontrar funcionanos que daban por descontado que el Gobierno belga va a comenzar a desplegar, a partir de marzo, los eurosmisiles que le correspondieron en el reparto atlántico de 1979.

Pero este "calendario militar y técnico ya no es válido", insistió Lou de Clercq, portavoz de Martens, al tiempo que llegaban desde Bruselas no demasiado apagados ecos que dejaban entender que es difícil que vaya a iniciarse el eventual despliegue antes de la celebración de las elecciones, previstas para final de año.

La reacción de Moscú

La presente situación "ha pillado desprevenida a la Casa Blanca", según la agencia de noticias soviética Tass, que hace hincapié en que, aunque Martens ha declarado "sostener la doble decisión de la OTAN, se ha negado a compromisos concretos"."El intento de la Administración de EE UU de imponer a Bélgica el calendario estadounidense ( ... ) se ha saldado con un fracaso", escribe Tass al citar la opinión de "observadores norteamericanos" en un despacho del que informa AFP. Para Tass, Washington "ha recurrido a un chantaje al declarar que la negativa de Bruselas va presuntamente a debilitar la posición de Estados Unidos en las próximas conversaciones con la URSS".

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