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Tribuna
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Deshielo

Como la segunda guerra fría está a punto de concluir, según el criterio abruptamente optimista de los expertos que analizan las conversaciones de Ginebra entre Shultz y Grorniko, lo mejor que nos puede pasar es que declaren cuanto antes la tercera guerra fría.Las verdaderas catástrofes ocurren en esas temporadas de deshielo que suelen organizar las dos potencias para desentumecer los músculos. Mientras las conversaciones entre rusos y americanos están congeladas hay algún motivo para el optimismo. Es cierto que durante esos largos períodos de glaciación política aumentan alarmantemente las declaraciones hostiles, los discursos pesimistas y la literatura estremecedora, pero están quietos. Esa moral frigorífica que hiela la esperanza también hiela el impulso aventurero. Lo malo es cuando se derrite el silencio gélido y las dos potencias charlan efusivamente alrededor de una botella de agua de Vichy. Que durante esas célebres temporadas del deshielo, se pusieron de moda las geografias calientes de Vietnam, Líbano, Polonia y Afganistán. A rusos y a americanos hay que tenerlos disuadidos, no distendidos junto al lago Leman.

Me consuela muy poco ese deshielo del que ahora hablan. Lo estupendo sería que esos tipos de increible puntería renunciaran a zumbarse aquí abajo, no en las galaxias. Pero dado que tan lógica hipótesis está descartada de la negociación y como todavía no entiendo la sutil diferencia entre ser hecho papilla por un solo artefacto de la segunda generación atómica o por una docena de artefactos, en un par de minutos o en media hora, por combustión o por asfixia, solo o con muebles, mi esperanza ya no se funda en la razón, sino en el absurdo. Como la carrera de armamentos no va a detenerse -sólo prometen desacelerarla medio punlo- lo mejor es que sea una carrera sin fin, eterna, como la de Aquiles y la tortuga. Como la disuasión les paraliza tanto, racionarles el agua de Vichy para que no se reanimen. Como la guerra fría escarcha la acción, conservarla in vítro para que no degenere en guerra caliente. Como el yeti bifronte del glacial asusta pero no mata, evitar, por Dios, la temporada del deshielo. Como la lógica no funciona, salvarse por paradoja.

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