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Maurizio Scaparro presenta en Roma su versión cinematográfica de "El Quijote"

Juan Arias

Al proyecto de Maurizio Scaparro, director del Teatro de Roma, de presentar los personajes eternos de Cervantes en tres dimensiones y lenguajes diversos, pero con los mismos actores y escenarios: cine, teatro y televisión, se te ha apellidado El Quijote uno y trino. La primera persona, el teatro, ya ha triunfado. Se apellidaba Fragmentos de un discurso teatral y fue presentada en el Festival de los Dos Mundos de Spoleto el verano de 1983. Ahora acaba de salir la segunda persona o criatura de esa gran utopía quijotesca de Scaparro: el Quijote cinematográfico.

En Roma ha presentado este Quijote el propio autor con voz emocionada, ya que se trata de su primera obra de cine. Lo hizo para recordar que él es y seguirá siendo siempre y en primer lugar un hombre de teatro, y que será imposible entender su película sin tener en cuenta esta pasión por el escenario real. Dijo Scaparro que esta obra cinematográfica representa "un acto de amor hacia el teatro" y que ha querido hacer un don Quijote "en camino por los senderos de la mente". Y es lo que ha puesto de relieve toda la crítica de este país, que ha acogido esta obra difícil, con un aplauso casi increíble.Porque se trata en verdad de una obra que es casi una provocación, contra la moda que triunfa en el cine: la "acentuada masificación", que subraya el crítico de Paese Sera. Es un Quijote en clave opuesta a la tradición pictórica, por ejemplo, del alemán Pabst. Es una película que tiene como escenario, como la novela de Cervantes, el paisaje interior, mental, o mejor, el no paisaje. Es un escenario, el de todo el filme, creado por la fantasía.

Por eso no ha sido rodado en La Mancha, sino en un antiguo estudio de Cinecitta, de Roma. Un espacio abandonado, con las paredes pintadas de cal blanca. Sólo un aspa de molino hace recordar el escenario real del Quijote.

El escenario, casi embrujado, cerrado, pero enormemente sugestivo, ha sido obra de dos grandes escenógrafos: Gina Tito Burchielaro, que había sido ya escenógrafa de Fellini, y Roberto Francia, que han escogido este tipo de escenario para poner de relieve que el Quijote no es un personaje histórico y real como Marco Polo, sino una ficción literaria.

Palabra sobre imagen

Scaparro, con ayuda de Rafael Azcona, ha querido resaltar la palabra sobre la imagen. Casi un desafío a los métodos clásicos de la pantalla, que quiere ser sensación visual más que emoción intelectual.La novedad de la película es que ha sido rodada en directo, como una pieza teatral, con infinita libertad y emoción en su interpretación. Los actores son los mismos del teatro y de la televisión: Pino Micol (don Quijote) y Peppe Barra (Sancho Panza), a quienes acompañan y ofrecen el único toque carnavalesco la magistral interpretación de Els Comediants, de Barcelona.

Uno de los mas conocidos críticos cinematográficos de este país, Luigi Rondi, ha escrito que Scaparro ha conseguido con su película "efectos visuales extraordinarios y emotivos"; un Quijote "que está a mitad entre la alucinación y la protesta contra las verdades absolutas". Y ha consagrado a Scaparro, autor cinematográfico aún en ciernes, como "uno de los mayores del espectáculo Contemporáneo, en la línea, pero con aspiraciones más latinas, del Peter Brook de Marat Sade".

Mientras, Repubblica ha afirmado que Maurizio Scaparro, autor de la trinidad quijotesca, ha sido capaz de regalar al cine un auténtico Quijote: "Profeta inofensivo de los inermes y caricatura no escuchada del paladín de la dignidad pisoteada".

Hay quien teme, sin embargo, que esta película acabe gustando sólo a quienes poseen el gusto refinado por los viajes, a través de una difícil experiencia interior y sufrida, a quienes no desprecian aún los mensajes cifrados y misteriosos de la utopía.

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