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En busca de Némesis, la estrella de la muerte

Astrónomos escudriñan los cielos en busca de la estrella que provocó la desaparición de los dinosaurios

Llenos de curiosidad y con una teoría por conrirmar, los astrónomos buscan en el firmamento del hemisferio norte una estrella llamada Némesis, una pequeña y débil compañera delSol. Némesis puede existir o no, pero la investigación prosigue y pronto se extenderá al firmamento del hemisferio sur. Otros astrónomos, con una teoría similar, han reavivado el interés por encontrar el planeta X, ese presuntocuerpo que se busca desde hace tiempo entre Neptuno y Plutón, y están estudiando los últimos datos proporcionados por las astronaves en busca de evidencias que demuestren la existencia del planeta.

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Una teoría alternativa, el invisible planeta X

Algunas de las mentes más importantes de la ciencia están dedicadas día y noche al estimulante y prometedor intento de saber si el firmamento tiene la respuesta de lo sucedido con los dinosaurios y, todavía más importante, de lo que ha causado todas esas extinciones en masa que, según las nuevas evidencias fósiles, parecen castigar a la Tierra cada 26 millones de años, aproximadamente. Este empeño puede llevar a un nuevo punto de vista de las extinciones en masa y a su posible papel decisivo en la evolución.Las bien documentadas teorías de estos científicos están centradas en invisibles fuerzas celestes, una estrella o un planeta por descubrir, que impulsan a una lluvia de cometas a través del sistema solar. Algunos de esos cometas colisionan con la Tierra. Esas colisiones llenan de polvo la atmósfera y oscurecen la luz del Sol durante meses, provocando una muerte global. Es ésta una hipótesis en busca de un mecanismo activador de la fuente de esa fuerza celeste.

Desde hace varios meses, el posible mecanismo que ha conseguido el máximo de atención es el relacionado con la teórica estrella compañera del Sol, Némesis, o estrella de la muerte, como a veces la llaman los científicos.

Algunos científicos escépticos, al revisar la factibilidad de que tal estrella pueda ser la causante de esos desastres periódicos, han puesto en cuestión la posibilidad de que Némesis pudiera mantener una órbita suficientemente estable como para acercarse al sistema solar precisamente cada 26 millones de años. Pero los defensores de la teoría, aun modificando algo la hipótesis para satisfacer esas objeciones, insisten en que la hipótesis de Némesis puede seguir encerrando la clave de las extinciones en masa que aparentemente se producen en ciclos de 26 millones de años.

Richard A. Muller, profesor de Astronomía y Física de la universidad de California, en Berkeley, dijo: "Ha quedado demostrado más allá de toda duda que la órbita de Némesis es suficientemente estable como para provocar lo que hemos dicho que la estrella provoca. Estoy convencido de que el caso en favor de Némesis tiene ahora una base mucho más fuerte".

Muller, con Marc David, también de Berkeley, y Piet Hut, del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, presentaron la hipótesis de Némesis hace un año, como respuesta a un nuevo y sorprendente estudio paleontológico de destrucciones en masa. Lo su

En busca de Némesis, la estrella de la muerte

cedido es un ejemplo interesantísimo de cómo a veces se comporta la ciencia: una hipótesis principal es seguida de otra relacionada con ella y juntas inspiran una tercera hipótesis de un alcance mucho mayor.En los años setenta, Walter Álvarez, un geólogo de Berkeley, descubrió en Italia una capa de arcilla que contenía cantidades anormalmente altas de iridio, un elemento raro que se encuentra con mayor frecuencia en cuerpos extraterrestres tales como los asteroides. Esto llevó a la teoría, iniciada por él y por su padre, Luis Álvarez, premio Nobel de Física, de que un asteroide colisionó con la Tierra hace 65 millones de años, provocando meses de oscuridad que borraron de la faz de la Tierra a los dinosaurios y a una serie innumerable de otras especies.

Ciclos amplios

El año pasado, después de un estudio exhaustivo de residuos fósiles comprendidos en un período de hasta 250 millones de años de antigüedad, J. John Sepkoski y David M. Raup, paleontólogos de la universidad de Chicago, informaron de un modelo en las extinciones en masa que hasta entonces había pasado desapercibido. Puede que no se trate de acontecimientos esporádicos, como se había pensado. Aparentemente se producen inevitablemente cada 26 millones de años.

Esto era inexplicable. No se sabía de ningún fenómeno terrestre que aconteciera en ciclos de tal amplitud. Pero la hipótesis de los asteroides de Álvarez había condicionado a los científicos para que tuvieran en cuenta las posibles causas extraterrestres de los desastres terrestres. Y Sepkoski recurrió a los astrofísicos en busca de sugerencias.

Al principio, Luis Álvarez consideró errónea la hipótesis de las extinciones periódicas de Sepkoski-Raup. Sin embargo, para asegurar sus propias convicciones, pidió a Muller que hiciera de abogado del diablo, y en ese proceso Muller recuerda que llegó a la convicción de que la hipótesis Sepkoski-Raup era correcta.

Entonces, Muller y sus colaboradores desarrollaron una situación hipotética que podía dar lugar a tales modelos regulares de extinción. Sabían que muchas estrellas se presentan en parejas, una estrella pequeña orbitando en torno a otra dominante, o dos cuerpos relativamente iguales orbitando en torno a un centro de gravedad común. En astronomía es lo que se llaman sistemas binarios. ¿Y si el Sol tuviera una compañera? Tal objeto, si estuviera muy lejano y tuviera tan sólo el 5% o el 10% de la masa del Sol, podría fácilmente pasar sin ser detectado.

La estrella compañera, razonaron, podría seguir una órbita excéntrica de una longitud una vez y media mayor que la anchura, que la llevaría muy lejos del Sol, unos tres años luz, y la traería a las proximidades del sistema solar una vez cada 26 millones de años. Su punto más próximo estaría mucho más allá de los planetas conocidos, en medio de la nube de cometas que se cree que existe en esa región.

Nadie ha visto esa nube de cometas, pero los astrónomos creen, por la trayectoria de los cometas conocidos, que proceden de esa región llamada nube de Oort.

Colisiones

Según esta hipótesis, al pasar esta estrella compañera por, o cerca de, la nube, su fuerza gravitacional podría empujar a cientos de miles de cometas y lanzar a muchos de ellos hacia el sistema solar, con lo que colisionarían con los planetas.

La última vez que esto pudo haber tenido lugar, según la interpretación de los restos fósiles de Sepkoski-Raup, fue hace unos 13 millones de años. Némesis se encontraría ahora en el extremo más lejano de su órbita y no volvería hasta dentro de otros 13 millones de años.

En artículos y cartas publicadas recientemente en el British Journal Nature, varios científicos exponen sus dudas sobre la hipótesis seña lando que una órbita tan alargada que llegara a tal distancia del Sol sería inherentemente inestable. La atracción gravitacional del Sol sobre Némesis sería débil. Los miles de estrellas y nubes de materia interestelar que se cruzarían en su camino afectarían a Némesis de forma que cada vez que volviera su órbita se ensancharía y se aleja ría cada vez más del Sol.

Marc Bailey, astrónomo de la universidad de Manchester (Reino Unido), dijo que la teoría de Némesis parece "incapaz de producir esa secuencia estrictamente periódica de extinciones para la que fue originalmente elaborada".

Muller replicó que Bailey "había deformado totalmente" el informe Hut publicado en el Nature. Hut presentó unos cálculos nuevos en apoyo de la hipótesis, aunque reconoció que la órbita de Némesis podía haber variado un 15% en el transcurso de los últimos 250 millones de años. Los proponentes de la hipótesis de Némesis dicen que tal variación no es incompatible con el registro fósil de las extinciones, las cuales, según los paleontólogos, podían tener un error de un millón de años o más.

Hipótesis revisada

En relación con las críticas, Muller y sus colaboradores revisaron la hipótesis para manifestar que cuando se formó la estrella compañera, hace 460 millones de años, ésta debía tener una órbita más estable y próxima al Sol y que posteriormente se había movido hacia afuera, hasta presentar la órbita actual.

Pero aun así, Roman Smoluchowski, profesor de Astronomía y Física de la universidad de Tejas, en Austin, dijo que la hipótesis de Némesis podía aplicarse solamente a una o dos de las extinciones en masa. "Se me hace muy difícil concebir que la estrella haya podido sobrevivir lo suficiente como para ser la responsable de las 10 o 12 extinciones ocurridas en los últimos 250 millones de años", dijo.

Ésta es otra más de las muchas razones que animaron a Muller a intensificar la búsqueda de Némesis. Desde el pasado mes de abril, los astrónomos del observatorio Leuschner, de la universidad de California, han enfocado un telescopio de 30 pulgadas para tratar de detectar cualquier objeto estelar cuyos movimientos puedan descubrir su proximidad y, al mismo tiempo, su posibilidad como compañera del Sol. En marzo, los telescopios situados más al Sur iniciarán su búsqueda en otras regiones celestes.

Hut dijo que los astrónomos tienen quizá un 50% de probabilidades de descubrir a Némesis en los próximos tres años, si existe.

Copyright 1984. N. Y. Times News Service.

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