Etapa conflictiva

, El Festival de Cine Iberoamericano entró ayer en una etapa conflictiva merced a la protesta formal del director de la película La Segua, Antonio Iglesias, de Costa Rica, ante la organización, puesto que su producción no ha sido incluida en el grupo de películas a concurso, pese a que, según el propio Iglesias, la enviaron a tiempo al lugar previsto. "No pretendemos ganar, pero sí mostrar al mundo del cine esta producción autóctona de un país como el nuestro, donde hacer una película cuesta demasiado. Por eso, que no nos la hayan incluido para concursar, por razones tan peregrinas como que no llegó a tiempo o que no hubo posibilidad de verla por parte del comité de selección, supone un serio revés".

Pese a todo, la organización ha previsto algunas fórmulas para subsanar el hecho de que la película se presente únicamente en la sección informativa, como dedicarle la primera página de la revista que publican diariamente, en su edición de ayer.

Por lo que se refiere a las películas que compiten por el Colón de Oro, hoy es esperada con verdadero entusiasmo Cóndores no entierran todos los días, producción colombiana de Francisco Nordem, que se proyectará en la sesión principal nocturna junto al cortometraje Tartesos, del director onubense Manuel Garrido Palacios, que ha recorrido numerosos lugares de la provincia para filmar vestigios de aquella civilización, aún desconocida y difícilmente ubicada.

Por su interés, volverá a exhibirse Asesinato en el Senado de la nación, del argentino Juan José Jusid. Al mismo tiempo está prevista la proyección de Naplo, diario íntimo, de la húngara Marta Meszaros, premio especial del jurado en el festival de Cannes 1984.

A partir de mañana empezarán a llegar los invitados más esperados, como la actriz Irene Papas o la propia directora general de Cinematografía, Pilar Miró, así como diferentes directores y artistas. La sesión de clausura se desrrollará en la noche del sábado.