El nuevo reglamento taurino es contestado por los profesionales de la fiesta
Algunos estamentos no descartan la posibilidad de boicotearlo y de ir a la huelga
El nuevo reglamento taurino, que aún está en fase de elaboración, ha nacido con mal pie: la mayor parte de los estamentos profesionales de la fiesta están en contra de sus artículos más reformistas, y algunos no descartan ir a la huelga. Ni los empresarios quieren aceptar la responsabilidad del fraude del afeitado (véase EL PAÍS de 1 de diciembre), ni los toreros admiten regirse por una norma sobre la que no han emitido opinión, ni los aficionados consideran medida acertada que se elimine el peso mínimo del toro, ni los picadores van a subirse a un caballo escasamente protegido y disminuido de peso.
No hay prácticamente ningún profesional del toreo que no conteste el nuevo reglamento, ni estamento -salvo el ganadero- que no haya diseñado su estrategia para modificar o incluso impugnar un texto legal que no les ha sido consultado y que, en su opinión, les perjudica.Ocurre, sin embargo, que ese texto no es en estos momentos más que un borrador, y así lo ha manifestado repetidas veces Juan Antonio Arévalo, presidente de la Comisión de Presidencia del Gobierno e Interior, del Senado, que es "el padre de la criatura". Sin embargo los taurinos no acaban de creérselo, pues tal borrador dejó de tener esa consideración en cuanto lo difundió el portavoz del ministro del Interior.
El mismo portavoz, cuando le preguntó este periódico si Interior asumía el reglamento que había difundido en impresos oficiales, y entregado por motorista a los medios de comunicación, respondió que se había limitado a distribuir el texto que le entregó, con este fin, Carlos Briones, que es el asesor para asuntos taurinos del ministro. Briones confirmó que, en efecto, se trataba de un borrador, y que toda sugerencia sería tenida en cuenta. Se abría, en aquél punto, un tiempo de perplejidad, pues no se entiende qué pretendía difundiendo de forma oficial un reglamento que, según él mismo, de oficial aún no tiene nada.
La difusión produjo inmediatos efectos en cadena, con estruendo y algunos amagos de infarto. Todos los profesionales de la fiesta se sienten perjudicados, excepto los ganaderos, cuya asociación calla, acaso porque el nuevo reglamento les beneficia: de ser los principales responsables del afeitado durante la vigencia del reglamento actual (se aprobó en 1962), pasan a no ser responsables de nada; el nuevo reglamento tampoco les exige que críen hermosos y lozanos los toros, pues se suprime el peso mínimo; quita poder destructor a los armatostes de picar, -con lo cual las reses lucirán mayor pujanza en el primer tercio, sin necesidad de criarlas mejor para corregir la endeblez que hoy padecen.
Picadores a la enfermería
Naturalmente, este esperanzador panorama tiene sus costes en otros estamentos. El veterano picador Antonio Salcedo, líder entre los de su oficio, anuncia que con el caballo de menos de 500 kilos, el peto de 10 y la puya cónica de 35 milímetros, mediada la corrida estarán todos los picadores en la enfermería. "A lo mejor es lo que persiguen", ilustra su profecía mediante un desgarrado tremendismo, "pues por lo que parece alguien quiere que la gente disfrute viendo cómo los toros lanzan a los picadores al tendido y se rompen la cabeza contra las tablas".Antonio Vallejo, el mayor de los hermanos Pimpi, propietarios de la cuadra de picar de la plaza de Las Ventas, opina que el peto de fibra keplar (la de los chalecos antibalas) aunque evite la herida al caballo, no le proteje de la cornada envainada y la fractura de huesos. "Así planteada la suerte se someterá al caballo a un sacrificio inútil y llegará un momento en que no haya caballos suficientes".
El veterinario Antonio Sánchez Belda, por el contrario, afirma que el tipo de caballo que actualmente se utiliza para picar abundan muchas regiones, y aporta datos: anualmente se consumen diez millones de toneladas de carne de caballo, y sólo a Francia se exporta un millón más.
Ventajas para el toro
El ganadero José Antonio Hernández Tabernilla reconoce que la nueva suerte de varas da muchas ventajas al toro, y en su opinión los picadores habrán de ser extraordinariamente expertos para "poder agarrarse" con la puya cónica "El aumento de la distancia entre las rayas concéntricas del ruedo", explica Hernández, "permitirá apreciar mejor el grado de bravura del toro y esto es muy positivo en un momento en que el ganado de lidia atraviesa una crisis de casta. En cuanto a la supresión de la abusiva fuerza de picar que actualmente se utiliza", añade, "entiendo que el legislador aspira a que se haga la suerte con el valor y el arte que eran habituales en la edad de oro del toreo, pero me parece que el cambio es demasiado brusco".El aficionado Federico Fernández de Heredia, abonado de la andanada 8, también elogia el intento de revalorización del primer tercio pero considera que deberían efectuarse ensayos antes de su aprobación.
"Los ensayos se harán en breve" anuncia Arévalo. "Ningún estamento ha sido consultado antes de la redacción del borrador -de ahí que considerara su difusión un error muy grave, como ya manifesté a este periódico en su día-, ni tampoco el ganadero, como algunos creen. Ahora bien, una vez la Comisión de Presidencia del Gobierno e Interior del Senado dictamine los principios generales por los que se ha de regir el nuevo texto legal, que será aprobado por decreto, todos podrán dar su opinión".
El mundillo taurino ya defiende sus posiciones. Hasta se perfila un reglamento alternativo, que actualmente estudia una comisión creada en el seno de UGT, formada por afiliados toreros, aficionados y periodistas. Este otro reglamento hará hincapié en la defensa de los intereses laborales de los toreros.
Todo es finalmente una cuestión de intereses. Un reglamento reformista, como el que, aparte defectos, elabora el equipo impulsado por Arévalo, cercena muchos privilegios. Tanto, que el taurinismo podría boicotearlo.
Babelia
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