Que se cumpla
, Mientras los taurinos negocian y presionan para eliminar los artículos reformistas del anunciado nuevo reglamento, artículos que ellos consideran que perjudican a sus intereses, el aficionado contempla con recelo tanta maniobra y especialmente esa sospechosa novedad consistente en la eliminación del peso mínimo de las reses.
Pero el aficionado también contempla esto con escepticismo, pues su experiencia le informa de que la reglamentación taurina es algo que no se cumple nunca. Lo único cierto para el espectador que acude a una corrida es que para entrar en la plaza ha de pagar la entrada. De ahí en adelante, todo dependerá de veleidades interpretativas, y en ocasiones hasta de corruptelas extrañamente consentidas por la autoridad. Pero si hay un nuevo reglamento, debe ser para que se cumpla.
22 años de incumplimiento
La elaboración del reglamento aún vigente data de 1962, año en que se hizo bajo la influencia de los profesionales del toreo, con las decisivas intervenciones de los matadores Antonio Bienvenida y Victoriano Valencia, que consiguieron en aquella ocasión articular a su acomodo algunos importantes aspectos organizativos y técnicos del espectáculo.El gol se lo metieron al Ministerio del Interior y sobre todo a los aficionados, cuando determinaron la edad de las reses -que legalizaba el utrero en corridas de toros- y fue más clamoroso que el de Zarra contra Inglaterra en el estadio de Maracaná. Pero, aún siendo tan torerista, lo cierto es que ese reglamento no se ha cumplido durante sus 22 años de vigencia, y siempre se ha transgredido a favor de los profesionales del toreo, en detrimento de los intereses del aficionado.
El Ministerio del Interior carece de credibilidad como garante de un reglamento reformista, tras su incapacidad manifiesta para hacer cumplir el actual a los profesionales del toreo.
