Etiquetas en fotocopia
Jacques Franjais, luthier y comerciante de instrumentos parisiense, afincado en Nueva York, hijo, nieto y bisnieto de célebres luthiers, es un profundo conocedor de todos los aspectos del arte del violín, en lo que a su construcción se refiere. En una reciente visita a Barcelona, comentaba que los instrumentos auténticos del siglo XVII, y sobre todo del XVIII, están prácticamente bajo control, ya que de la mayoría de ellos se conoce el paradero, así como su historial y su estado de conservación. Jacques Français no cree, por lo general, en descubrimientos casuales de instrumentos valiosos. Según su directa experiencia, más de una colección privada, incluso entre las conseguidas con gran desembolso de dinero, han resultado estar compuestas, en realidad, por instrumentos falsos.
Otras falsificaciones
La mayoría de las falsificaciones, por su origen y naturaleza, han dado como resultado instrumentos de aspecto atractivo y de calidad generalmente nada despreciable. Existe también el tipo de falsificación, a la que podríamos calificar de barata, que nada tiene que ver con la alta lutheria y que, desgraciadamente, abunda. Se trata de instrumentos de hechura mediocre o menos que mediocre, que circulan con etiqueta falsa y que un puñado de desaprensivos comerciantes venden a los ingenuos por cantidades que sobrepasan ampliamente su valor real.La procedencia de buena parte de estos instrumentos es conocida. Tanto en Mirecourt (Francia) como en Markneukirchen (Sajonia) y en Grastlitz (Bohemia) existieron talleres (y tal vez todavía existan) dedicados a la construcción de instrumentos de arco según el patrón de los mejores maestros italianos del siglo XVIII. Son instrumentos de estudio, sin más pretensiones, en cuyo interior se colocaba un facsímil de la etiqueta del maestro elegido, no para inducir a engaño, sino para clasificar el modelo y dar facilidades a los comerciantes en el momento de efectuar sus pedidos. En el argot comercial, estos instrumentos se denominan "violines de catálogo".
Con el paso del tiempo, muchos de estos violines, al igual que las etiquetas colocadas en su interior, han adquirido cierta pátina de antigüedad que puede engañar a los inexpertos. Ahora se venden como auténticos.
La piratería, sin embargo, no acaba aquí. En estos últimos años, teniendo en cuenta que los grandes nombres de la lutheria clásica italiana empezaban a resultar sospechosos, se recurrió al ardid de colocar en el interior de los instrumentos etiquetas de luthiers del siglo pasado e incluso del actual.
Lo que resulta casi escandaloso y, sin duda sorprendente, es el hecho de que las etiquetas están toscamente fotocopiadas de algunos diccionarios de lutheria, tales como el Dictionnaire Universel des Luthiers, de René Vannes (Bruselas, 1951) o el Dictionnaire des Luthiers, de Henry Poidras (Rouen, 1930), hasta el extremo de que en la mayoría de ellas figure incluso el número de orden de inserción en el diccionario mismo.
Babelia
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