Testimonio de actualidad

He aquí un camino posible para el tan denostado cine político. Al filo de la actualidad y reflexionando sobre problemas vivos, Reporteros invita al espectador a prolongar esa reflexión informándole sobre las conclusiones que otros tienen al respecto. Lástima que Iñaki Aizpuru no haya realizado esta película con mayor solvencia expresiva, y la elementalidad de la puesta en escena tenga su reflejo en el propio aliento de lo que ofrece.Dos muchachos vascos trabajan como independientes para un canal de televisión. Encargado uno de la cámara y otro del sonido, registran los acontecimientos que conformaron la historia de febrero de 1981: muerte de Ryan, muerte de Joseba Arregui, intento de golpe de Estado... Las tensiones del momento y su importante significación sensibilizan de forma distinta a los dos amigos, de tal manera que se impone una separación.

Uno seguirá conformado con las manipulaciones que sufre su trabajo en la convicción de que, a pesar de todo, ayuda así a una mejor convivencia; el otro, por el contrario, elegirá una acción más contundente que a él le libere de sumisiones, quién sabe si transformando la historia. La dialéctica es, pues, sencilla. En las conversaciones de ambos personajes, en sus enunciados y reacciones, se encuentra el germen del filme, la muestra de un conflicto que a todos importa.

Apuntes de comedia

Aizpuru ha combinado ese esquema con parcelas de humor, con enredillos amorosos, incluso con homenajes tan privados como el de un restaurante. Esas pinceladas, que acercan el filme a una sugestión de comedia y, por tanto, a un gusto más amplio, son, paradójicamente, los momentos más débiles, los que hacen evidente la necesidad de un mejor control expresivo de las imágenes o de la narrativa. Los actores, especialmente Sebe Díez, hacen un excelente trabajo, pero no pueden eliminar cierto aire de amateurismo que preside el conjunto. Se debe destacar, no obstante, la habilidad del director para hacer verosímil la reconstrucción de los hechos que se citan.De otro lado, no es menor el mérito de reflejar en una película acontecimientos que pueden perderse en la memoria o ser situados en fechas erróneas, valor que comparten sólo algunas películas (recientemente Siete días de enero, El caso Almería, Después de.... El pico), tratando de suplir así la grave ausencia de un cine-documento que al cabo de no mucho tiempo obtiene una información testimonial imprescindible.