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El Gobierno libanés suspende las negociaciones con Israel

Nabib Berri, líder de la principal milicia musulmana, Amal, y ministro encargado de Líbano meridional, anunció ayer, desbordado verbalmente y sobre el terreno por los grupos islámicos extremistas, la suspensión por el Gobierno libanés de las negociaciones apenas iniciadas entre Beirut y Tel Aviv sobre la retirada del Ejército israelí del sur del país, que ocupa desde hace dos años. Berri afirmó durante una conferencia de prensa que su decisión, aprobada por el jefe del Gobierno de unión nacional, Rachid Karame, será mantenida hasta que las tropas israelíes liberen a los cinco dirigentes de Amal que detuvieron el jueves, día en que empezaron las conversaciones con Israel en Nakura.

Nabib Berri convocó además. -en un claro intento de retomar la iniciativa de cara a grupos integristas musulmanes como la Resistencia Islámica, el partido de Dios, o incluso la máxima autoridad religiosa Sashi, el jeque Cham Sedin- una huelga general en el Sur para obtener la puesta en libertad del máximo responsable de su milicia en aquella región, Mohamed Faqi, y de sus cuatro compañeros detenidos el jueves.Todas esas, organizaciones confesionales radicales, frecuentemente vinculadas a Irán, e incluso otras laicas como el partido comunista o el prestigioso diario As Safir y numerosas facciones palestinas criticaron indirectamente a "ese moderado" de Nabih Berri por haber dado su aprobación a una negociación que significa, para ellos, un reconocimiento de facto del Estado de Israel, al que aseguran querer aniquilar,

La reactivación de la violencia en Beirut -la capital vivió estas últimas 48 horas sus peores enfrentamientos desde hace cuatro meses con un saldo. de cinco muertos y más de 60 heridos- se añadió a los ataques verbales para presionar al Gabinete de unión e incitarle a renunciar a dialogar con el "enemigo sionista".

No sólo Berri fue sensible a las presiones de unas organizaciones, que amenazan su liderazgo, sino también el propio primer ministro, que, al término de un encuentro con el presidente Amín Gemayel, se apresuró a aceptar su propuesta de "suspensión" de la negociación "hasta que Israel modifique su actitud y libere a los ciudadanos injusta mente detenidos en el sur de Líbano". "Hemos justamente acudido a Nakura", añadió Karame, "para acabar con las. prácticas y las presiones a las q'ue Israel somete a la población de Líbano meridional".

Cambio de actitud

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La delegación libanesa sin embargo no pidió antes de iniciar las conversaciones ni desde la misma mesa de la negociación, la liberación del millar de presos políticos internados por el Ejército israelí en el campo de concentración de Ansar, y ni siquiera se le ocurrió solicitar una flexibilización de las humillantes trabas administrativas a las que las tropas de ocupación someten al millón de libaneses residentes en el Sur.

Sólo la lucha por la supremacía en el movimiento shií, y musulmán en general, ha decidido a Berri, utilizando el pretexto de las cinco detenciones, a convencer al Ejecutivo de la necesidad de interrumpir las reuniones de Nakura.

A falta de comentarios oficiales israelíes, basta recordar que un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores manifestó el viernes, en Jerusalén, que "si las conversaciones de Nakura fracasan elaboraremos nuestros propios arreglos unilaterales", y que ayer mismo el general Antoine Lahd, jefe de la milicia pro israelí que junto con las tropas de Tel Aviv controla el sur de Líbano, sostuvo que sus hombres "estarán en condiciones, dentro de seis meses, de asumir solos el orden en ese territorio".

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