_
_
_
_
La difícil situación interna de la Unión Soviética

La URSS todavía espera al sucesor de Breznev

El estado de salud de Chernenko prolonga la provisionalidad en la política de Moscú

Pilar Bonet

El reciente encuentro de Andrei Gromiko, responsable de la política exterior soviética, con el presidente de los Estados Unidos, ha renovado el propósito de las dos grandes potencias de reanudar unas negociaciones varadas. Pero estos buenos deseos tropiezan en este momento con una provisionalidad que afecta a los líderes de ambas potencias y, por extensión, a cualquier decisión que tomen. Por un lado el presidente Ronald Reagan se ve sometido a un proceso electoral para su reelección. Por el otro, el estado de salud de Chernenko convierte su sucesión en un tema imprevisible. Tras el paréntesis de Andropov, la Unión Soviética todavía espera al sucesor de Breznev.

PILAR BONET Una buena dosis de humor negro subraya entre los soviéticos la debilidad física de su máximo líder, Konstantín Chernanko, cuya elección es considerada el resultado de un compromiso estabilizador de distintas tendencias en el marco del Politburó. En uno de los chistes que circulan por Moscú, Breznev y Andropov esperan a Chernenko en el cielo para poderse así comprar una botella de vodka entre los tres.

Aunque Chernenko da la impresión de haberse recuperado algo, tras su primera aparición en público en septiembre, demacrado y débil después de 52 días de ausencia, medios intelectuales moscovitas opinan que el Kremlin ha entrado ya en la época pos-Chernenko". La debilidad física del dirigente, señalan, ha tenido la virtud de hacer que las responsabilidades de la directiva del país estén muy repartidas entre los miembros del Politburó. El caso más ejemplar es la política exterior, que se le adjudica como dominio exclusivo a Andrei Gromiko, ministro de Asuntos Exteriores desde 1957. Hasta tal punto está ligado el cargo a la persona que la sucesión de Gromiko parece a algunos mucho más problemática que la del mismo Chernenko. Para relevar a éste, la idea más generalizada es que se está preparando al experto en agricultura Mijail Gorbachov, proporcionándole las tablas necesarias en el campo de la ideología, la política exterior y la gestión económica de un país. Claro que la posición de número dos es un tanto incómoda, ya que, de acuerdo con la tradición soviética, nunca el sucesor designado fue el sucesor efectivo. Chernenko, el jefe del Gobierno, Nikolai Tijonov, Gromiko y el ministro de Defensa, Dimitri Ustinov, son, para observadores occidentales en la capital soviética atentos a las formas del protocolo, el grupo de pesos pesados del Polit1buró, ampliamente destacados del resto.

Nostalgia de NixonEn política internacional, la URSS se prepara muy a su pesar para hacer frente durante cuatro años más a Ronald Reagan, un personaje de cuyas intenciones se desconfía y al que se desprecia profundamente en medios intelectuales soviéticos. En estos, hay, por comparación, incluso una nostalgia de la época de Richad Nixon. "Discretamente, sin publicidad y sin ruido, Kissinger conseguía sacar emigrantes y resolver problemas que ahora no pueden ni plantearse", manifestaba un funcionario soviético. Las esperanzas de un entendimiento en el futuro están más depositadas en el grupo de asesores que pueda rodear al presidente que en éste mismo.

En el tema básico de los misiles, que acabó con los últimos foros bilaterales de diálogo soviético-norteamericano, Moscú no ha cambiado su posición e insiste en que, o se dejan de instalar los Pershing 2 y los cohetes de crucero en Europa occidental, o no hay vuelta a la mesa de negociaciones de Ginebra. Al margen de esta cuestión, los medios oficiales han venido subrayando cada vez con mayor intensidad que, de mediar buena voluntad, podrían conseguirse progresos marginales en otros foros. Expertos en política exterior soviéticos señalan las conversaciones de Viena (MBFR), la conferencia de Estocolmo y la aceptación de la propuesta de la URSS para prohibir la carrera de armamentos en el espacio exterior.

Evitar que EE UU consiga superioridad militar sobre la URSS no es sólo una frase de discurso, sino también una idea muy interiorizada por la población soviética, sobre cuyas generaciones maduras gravita todavía el fantasma de la segunda guerra mundial. "La URS S no quiere una carrera de armamentos con EE UU, pero no le queda más remedio que mantenerse al mismo nivel. Lo hicimos con la bomba atómica, y lo haremos con la militarización del espacio si nos provocan. El tema es si lo hacemos hoy, mañana o pasado mañana, porque las decisiones militares tienen que tener en cuenta las necesidades del sector civil", señala un experto soviético en política internacional.

El cese del viceministro de Defensa y jefe del Estado Mayor soviético, Nikolai Ogarkov, podría haber estado relacionado con discrepancias sobre el presupuesto de defensa y su distribución, señalan fuentes soviéticas. Éstas comparan el caso de Ogarkov con el del mariscal G. Jukov, ministro de Defensa de Jruschov, defenestrado pese a sus méritos militares por enfrentar lo militar con lo político. "Es una cuestión de bonapartismo. Ustinov no estaba contento con él", señaló un funcionario del Ministerio de Defensa de la URSS, citado por una fuente occidental solvente.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_