_
_
_
_

Primeros indicios de un lentos resumen

Juan Arias

Algo se está moviendo en esta Ialia que mantiene la marca europea del inmovilismo político. En este país, tristemente célebre por la acumulación de escándalos financieros, por su procesos interminables, por sus misterios nunca desvelados, por su triple tipo de Mafia, empiezan a manifestarse los primeros síntomas serios de un lento resurgir: en la lucha contra la criminalidad política y común y contra la inflación en la democratiación de su partido comunista, el más grande de Occidente, en un incremento de la producción industrial.En este país sin Estado, es precisamente esta institución la que, tras ser blanco durísimo del terrorismo negro y rojo y de la Mafia nacional e internacional, está obteniendo las primeras conquistas. Empezó desarticulando uno de los terrorismos más virulentos de Europa y ahora está dando golpes.durísirnos a esas dos cabezas envenenadas de una única serpiente: la Mafia y la Camorra.

Más información
La confesión de Buscetta puede revelar conexiones entre políticos italianos y la Mafia

Y por primera vez, después de años de pas vidad y de connivencias políticas, van por fin a la cárcel hombres de primera, línea del país considerados hasta ayer intocables. Y ante el banquillo de las diversas comisiones parlamentarias se sientan desde ex jefes de Estado a ministros, diputados y secretarios de partidos, si no acusados, sí por lo menos sospechosos de intrigas y escándalos.

Muchos se preguntan a qué se debe este cambio en un país donde tantos se. habían resignado ya a que no pasara nada capaz de sacudir los anhelos de limpieza. Los motivos, en estos últimos años, son muchos. Y quizá se deba a todos ellos conjuntamente el que Italia empiece a despertar de su letargo.

En primer lugar, hay que recordar los seis años de presidencia de Sandro Pertiní. Él ha dado prestigio al Estado, ha apoyado a cuantos han luchado para moralizar el país, ha estado en primera fila cada vez que la Mafia o el terrorismo han ensangrentado el país y ha denunciado crímenes y escándalos. Con él, la Magistratura más sana se ha sentido orgullosa y protegida y la clase política más corrompida ha tenido que ir con pies de plomo y la más sana ha tenido manos libres.

En segundo lugar, la gran responsabilidad del partido comunista, que, aun a costa de graves problemas en sus bases, ha sido intransigente contra el terrorismo rojo y ha luchado en Sicilia, sin cuartel, contra la Mafia, pagando también el precio de su sangre con él asesinato de Pio la Torre.

Ha sido muy útil la colaboración de las fuerzas del orden, sobre todo carabineros y policías, durante tanto tiempo en lucha sorda entre ellos. 151 mérito aquí corresponde a Giovanni Spadolini, bajo cuya presidencia de Gobierno empezaron a darse las primeras batallas serias a la delincuencia organizada. El mérito corresponde también a una generación de jueces y magistrados de la izquierda socialista y comunista, entre los 30 y los 40 años, hijos del 68, muy preparados, muy valientes, conexionados con el extranjero, que han sabido modernizar sus instrumentos de investigación.

Los mismos terroristas arrepentidos han alabado y se han sorprendido muchas veces de la preparación técnica y política, de la humanidad y de la intuición psicológica de muchos magistrados y carabineros. Y no se puede olvidar la acción de una parte de la Iglesia italiana, que ha luchado duramente contra la Mafia en Sicilia, bajo el valiente cardenal Pappalardo, arzobispo de Palermo, que no se paró hasta que consiguió llevarse al Papa dos días, para que allí, en Palermo, pronunciase con tonos de condena la palabra tabú, Mafia, una palabra que ningún otro pontífice había nunca usado.

Ha cambiado también, o está cambiando, la cultura de la resignación y del fatalismo y, sobre todo, los jóvenes, en todos los campos, desde el político al industrial, al judicial y al policial, han empezado públicamente a no aceptar como irremediable un estado de cosas que ofendía y humillaba profundamente a este país lleno aún de recursos, de fantasía y de ganas de vivir en paz, siendo en realidad uno de los países del mundo que menos aman la guerra y la violencia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_