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Tribuna
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Los venerables

Miembros seglares de la hermandad que gestiona el edificio de la iglesia de Los Venerables de Santander se opusieron a que Nuria Espert y Rafael Alberti recitaran Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejía, de García Lorca, en la nave central de la iglesia. La Prensa ha dado la explicación de que rechazaban la presencia de Alberti en un lugar sagrado, pero yo no me lo creo, no puedo creérmelo; forzosamente he de atribuir esta noticia a la eterna conjura de la Prensa canallesca para desacreditar la religión y abrir aún más las puertas a lo mundano, a la negación de toda espiritualidad. ¿Cómo van a oponerse seglares del siglo XXI a que un poeta líricamente comunista entre en una iglesia?Porque supongo que la falsa, a todas luces falsa, intención que la Prensa canallesca atribuye a tan venerables seglares no iba más allá de la persona de Alberti. Es decir no se extendía a Nuria Espert, que ha salido desnuda en una película de Arrabal; ni a García Lorca, que cometió la obscenidad de dejarse fusilar por un pelotón de centinelas de Occidente; ni a Sánchez Mejía, que era un torero profesional donde los haya. Tampoco se puede concebir que los venerables seglares desconocieran las otras personalidades implicadas en la negativa, y creyeron que Nuria Espert es Bibi Andersen; García Lorca, un traficante de droga boliviano, y Sánchez Mejía, un guerrillero del PCE. Sin duda gentes de tan anchas espaldas, capaces de patronear una iglesia como la de Los Venerables, no pueden ser analfabetas; han de saber al menos las cuatro reglas y leer los periódicos.

No. No nos dejemos engañar por gacetilleros infiltrados en la Santa Transición, los mismos que se están inventando los actos de desagravio por Teledéum y Comediants, en una campaña orquestada para desacreditar y dividir a la iglesia española. Sin duda los seglares del patronato de la iglesia de Los Venerables que se han opuesto a la actuación de Alberti lo han hecho porque su conciencia estética se lo impone. Se trata de partidarios del ala más hermética de la generación del 27 (Salinas Guillén, Cernuda), enfrentados a la vulgaridad de Alberti o García Lorca. No son majaderos. Son sibaritas del espíritu.

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