Un técnico del toreo
Paquirri no acababa de entrar a los aficionados. La frialdad de su toreo, frecuentemente repetitivo y monótono -aunque enmarcado en una técnica de primer orden-, le catalogaba algo distante de los diestros llamados a pasar a la historia con subrayados de oro. Sin embargo, Paquirri será un torero de leyenda. La cornada mortal le purifica de cualquier crítica y engrandece su figura, que ha ocupado un puesto de primera línea entre la torería a lo largo de dos décadas. Casi toda una época del toreo.Las largas cambiadas a porta gayola con que solía recibir a los toros, los pares de banderillas prendidos mediante alarde de sus portentosas facultades, las faenas de muleta builidoras, eran la motivación, pudiéramos decir frívola, que hacía vibrar a los públicos. Pero había en Paquirri un torero mucho más importante, que no siempre dejaba traslucir, cimentado en un sentido profundo de la lidia: un diestro dominador y poderoso.
En varias ediciones de la feria de Sevilla fue un torero arrollador. Allí hizo, frecuentemente, el toreo más puro, y allí quiso superarse incluso en las suertes de banderillas. Fue precisamente en la Maestranza y al ejecutar un par al quiebro, en abril de 1978, cuando sufrió una de las comadas más graves de su vida profesional.
Todas las plazas españolas y americanas han sido escenario de los triunfos de Paquirri, que fueron muy numerosos, pero entre sus faenas más importantes, la afición de Madrid recuerda el valor y la técnica que empleó para dominar un manso querencioso a chiqueros. Allí, como en tantas otras ocasiones, dio Paquirri la medida de su poderío y las potencialidades que atesoraba para ser una figura de época.
Entre esas potencialidades estaban un valor a toda prueba, una enorme confianza en sus facultades, una profesionalidad estricta. Quizá ellas expliquen la tragedia de Pozoblanco, tanto como avalan la gloria que ha alcanzado el torero.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.