_
_
_
_
Reportaje:

El espacio exterior, campo de pruebas para la farmacia del futuro

La falta de gravedad permite aislar sustancias biológicas imposibles de obtener en la Tierra

CARMEN MARIÑO La inclusión de un laboratorio espacial, el Spacelab, en el programa de vuelos de los transbordadores norteamericanos que integran el proyecto Shuttle ha abierto una serie de caminos para la investigación en el espacio, que permitirán la instalación de factorías espaciales permanentes en las que los laboratorios farmacéuticos esperan obtener todas las sustancias que permitan combatir las enfermedades y deficiencias del cuerpo humano. Lejos de la gravedad terrestre se producirán hormonas, enzimas, vacunas y antibióticos de gran pureza, y en un futuro ya muy próximo las estaciones orbitales permanentes dispondrán incluso de hospitales donde se puedan curar determinadas enfermedades en un ambiente de ingravidez.

Más información
La hormona purificada en el espacio

El viaje del Discovery, que acaba de finalizar, ha inaugurado de hecho la era de la comercialización del espacio por las compañías farmacéuticas. Charles Walker, de la McDonell Douglas Corp., es el primer viajero privado que ocupa un transbordador espacial. Su misión era lograr la purificación de una hormona cuyo nombre permanece en el más absoluto de los secretos.

Cantidad y pureza

Todo se debe a que la ingravidez del espacio permite realizar técnicas impensables en la Tierra. Así, es posible separar tipos específicos de células,componentes celulares, productos citológicos y proteínas. Una característica que será ampliamente utilizada en'ingeniería genética.

Otra particularidad de la falta de gravedad es la pureza de las sustancias obtenidas. La fabricación espacial permitirá abaratar algunas que el organismo sólo produce en cantidades mínimas. El interferón, un anticancerígeno en el que se han depositado muchas esperanzas, podrá obtenerse de este modo en cantidades importantes. También se espéra sintetizar una insulina totalmente similar a la humana.

La ausencia de gravedad permite la levitación delos líquidos y, por tanto, la realización de procesos sin que reaccionen o se contaminen con sus recipientes durante la fabricación, como ocurre en la Tierra. Moléculas que aquí es imposible unir lo hacen en situación de ingravidez y permanecen luego estables.

En el espacio se pueden separar productos biológicos como las células renales o los linfacitos (glóbulos blancos), estos últimos de gran importancia para el sistema inmunológico humano, ya que contienen ciertas s ustancias activas contra la artritis reumática y posiblemente también contra el cáncer. De las células renales se obtiene la uroquinasa, una enzima que puede disolver los coágulos sanguíneos, por lo que está indicada para, el tratamiento de embolias, flebitis y otras enfermedades coronarias. La producción de uroquinasa, muy costosa en la Tierra, puede incrementarse unas siete veces en el espacio.

El cambio que va a experimentar la medicina en estos años es tan grande que, en opinión del doctor José Oriol Camerino, especialista en medicina espacial, supondrá un salto como el producido desde Pasteur hasta nuestro días, cbn la diferencia de que ahora habrán transcurrido entre cinco y 10 años.

La comercialización biornédica del espacio se realiza, por lo que respecta a la agencia espacial nor teamericana (NASA), a través de una sección dedicada exclusivamente a transferir las investigaciones realizadas en el espacio a aplicaciones puntuales y rentables. Se trata del llamado Modelo de Transferencia Aeroespacial, con programas cuyos precedentes se pueden encontrar en el láser, que fue desarrollado para ser aplicado a la telemetría de satélites y posteriormente amplió su campo de acción a varias ramas de la medicina.

Esta transferencia de experimentos para su comercialización está previsto en el caso del análisis espectral de electromiografia, un programa informático que reduce el tiempo de detección de pequeños temblores de tierra y que será utilizado en potenciales musculares, con aplicaciones como la epilepsia.

También está previsto utilizar un procedimiento para detectar cánceres de pulmón, que se basa en el registro de sonidos pulmonares y que emplea asimismo elementos de la técnica aeroespacial. Un medidor óptico de perfiles, que fue empleado en el Viking I, se ha derivado para poder descubrir malformaciones en toda la zona faríngea.

El mecanismo ideado para permitir a las naves espaciales mantener su equilibrio térmico podrá ser aplicado en la congelación controlada de líquidos. Esto permitirá el tratamiento de varias formas de cáncer para el que se precisa almacenar células hasta reunir la cantidad necesaria, algo no logrado hasta ahora, al deteriorarse éstas por los procedimientos habituales de congelación.

Gran parte de las investigaciones biomédicas realizadas en el transcurso de los vuelos espaciales se dirigen a lograr el perfeccionamiento de las condiciones físicas de los astronautas en el espacio, aunque posteriormente pueden ser derivadas para otras aplicaciones. La URSS dirige sus esfuerzos preferentemente hacia la permanencia prolongada en el espacio, con vistas al establecimiento de colonias estables.

En general, los científicos están interesados en averiguar las posibles alteraciones que sobre el organismo pueda causar la falta de gravedad. De esta manera, se estudia la influencia del vuelo espacial sobre el movimiento de los hematíes (glóbulos rojos), las alteraciones en los perfiles de lipoproteínas y la forma de evitar el famoso síndrome del mareo espacial, que se produce cuando los mecanismos encargados de mantener el sentido del equilibrio pierden ese punto de referencia que es la gravedad.

Por otra parte, se ha medido el nivel de radiación que penetra a través de las paredes del Spacelab, examinando también las bacterias y otros microorganismos, después del primer vuelo, para determinar los riesgos biológicos de la exposición a la radiación ambiental, cósmica a y ultravioleta.

Además se han transportado ratas con artritis reumatoide para comprobar los efectos beneficiosos que sobre esta enfermedad tiene la microgravedad. Esta experiencia se basaba en la constatación de que los astronautas, en expediciones anteriores, habían aumentado de talla hasta 25 milímetros, por no existir compresión en los discos intervertebrales y en los cartílagos articulares debido a la ausencia de gravedad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_