Desconcierto y malestar en Francia por el misterio que rodea los viajes de Mitterrand a Rabat
EI doble viaje a Marruecos del presidente de la República Francesa, François Mitterrand, es criticado por los órganos oficiales de Argelia, de igual manera que merece semejante tratamiento la política general de los socialistas en el Magreb, "que vuelve a parecerse a la de los antecesores de Mitterrand". En Francia reina el desconcierto y es patente el malestar por el silencio y el misterio que rodea a los encuentros de Miterrand con Hassan II, aunque se espera salir pronto de la incertidumbre. Éste, por ahora, es el único resultado, negativo, mientras no se demuestre lo contrario, de la espectacular, imprevista y secreta estancia del presidente francés en Fez y en Ifrán, donde se entrevistó tres veces con el rey Hassan II, quien, hoy por la mañana, se asegura en París, viajará a Libia.Desde hace tres días, en Francia se elaboran hipótesis, y se protesta porque, se recuerda, en una democracia no es posible gobernar con el silencio; y, en este caso preciso, pretendiendo hacer creer a la opinión pública que Mitterrand fue a Marruecos a jugar al golf con Hassan II, es decir, de vacaciones, como sostiene la tesis oficial.
Mitterrand, desde anteayer a última hora, descansa, o ejerce su función presidencial en Latche, el pueblecito de las Landas francesas donde posee su residencia campestre preferida, que también le sirve para la meditación. Quizá ahora está esperando alguna evolución de los acontecimientos en el Magreb para mañana, tras el Consejo de Ministros semanal, poder informar a los franceses, que empiezan a pedir airadamente explicaciones de "la diplomacia secreta de Mitterrand".
La pregunta que todos se hacen en Francia es cuál ha sido el objeto de su viaje y de qué habló con Hassan II. Todo lo que se dice en París sobre esta cuestión es pura especulación; ni un solo portavoz oficial u oficioso ha soltado prenda desde el sábado último; los periodistas que intentaron seguir el cortejo presidencial, fueron tratados sin contemplaciones; y, naturalmente, nadie cree en "las vacaciones marroquíes" de Mitterrand.
Hay que tener en cuenta que, al mismo tiempo que el presidente viajaba a Marruecos, su ministro de Exteriores, Claude Cheysson, se llegaba a Túnez, y el de Defensa, Charles Hernu, a Chad, donde sabido es que Francia está presente militarmente con unos 1.500 soldados que, desde hace ya más de un año, mantienen una precaria paz en este país desgarrado por la guerra civil desde que accedió a la independencia, ahora con franceses y libios apoyando al Gobierno y a los insurgentes respectivamente. Todo este ballet diplomático, con el telón de fondo del referéndum de unión libio-marroquí, es lo que sirve aquí de base para suponer, o imaginar, por qué Mitterrand realizó este viaje privado que, además, días antes, fue minuciosamente preparado por dos de sus colaboradores más cercanos que también viajaron a Marruecos.
Chad pudo ser el primer tema de conversación, y ahora cabe suponer que Marruecos pueda servir de mediador en el conflicto, tras su aproximación a Libia. Otro tema: el equilibrio de la región, amenazado seriamente por el tratado de unión de los dos Estados, libio y marroquí. Y, por fin, la cuestión del Sáhara occidental.
Es lógico que Francia, por razones históricas, y porque pretende continuar ejerciendo una influencia determinante en esta región africana, se interese por las consecuencias del acercamiento de Hassan II a Gadafi; sin embargo, no pocos analistas estiman que Mitterrand,ha apoyado esta unión, aunque nadie sabe aún por qué, ni con qué intenciones, ni a la espera de qué beneficios.
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