El establecimiento de una base lunar seguirá a la estación espacial norteamericana
El establecimiento de una colonia permanente en la Luna es el proyecto que seguirá a la construcción de una estación espacial tripulada en órbita de la Tierra, según estudios realizados por el Laboratorio Nacional de Los Álamos de Estados Unidos. El informe en torno a la viabilidad de una base lunar, hecho público el lunes, recoge las conclusiones de un simposio sobre el tema organizado por el laboratorio con la colaboración de la Administración Nacional para la Aeronáutica y el Espacio (NASA).Las conclusiones del simposio indican que la puesta en órbita de una estación espacial en la década de los noventa debe abrir el camino para una base lunar, que constituiría el trampolín para la exploración planetaria. Los expertos entienden que los americanos, al volver a la Luna para permanecer en ella, entrarían "en una nueva era en la cual los horizontes de la humanidad se ampliarían y se satisfarían las aspiraciones de las generaciones futuras".
Entre las ventajas de una estación lunar permanente, el informe de Los Álamos cita la posibilidad de efectuar investigaciones imposibles de realizar en la Tierra, especialmente en lo que se refiere a la existencia de inteligencia extraterrestre; la realización de investigaciones astronómicas sin la distorsión que provoca la atmósfera; el examen en profundiclad de la superficie de la Luna y de sus recursos mineros; la producción de oxígeno, carburantes y otras formas de energía, materiales de construcción y de metales esenciales para la colonización del espacio.
"Estamos convencidos de que la exploración más allá de la Tierra es una consecuencia natural de las actividades de una nación que se abre al espacio". El informe estima que el coste no será muy elevado, y sí comparable al del programa Apolo, que llevó a Estados Unidos a la Luna en 1969 y que supuso menos del 0,3% del Producto Interior Bruto del país.
El presidente Reagan anunció el pasado mes de enero un programa de 8.000 millones de dólares de coste (1.320.000 millones de pesetas), con el objetivo de situar una estación tripulada permanente en órbita de la Tierra para 1992.
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