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Cuestiones previas a la concertación de septiembre / y 2

El autor demanda un marco general de planificación en la economía española, que de haber existido hubiera evitado el agotamiento de la política económica llevada a la práctica. La inexistencia de planificación ha hecho necesidad prioritaria un pacto social.

Aparte de las cuestiones previas a la concertación que veíamos en el primero de los dos artículos de esta serie, existen otras cuestiones que, aunque sea de forma somera, vamos a tratar en esta segunda parte de nuestro trabajo: planificación, papel del sector público, relevancia de las empresas del Estado y orientaciones tecnológicas.La planificación

Veíamos ayer cómo la ausencia de cualquier propósito serio de planificación ha llevado a un agotamiento de la política económica del Gobierno, que ahora busca en la concertación una especie de sucedáneo. Sinceramente, creo que las cosas no pueden seguir así, y que tanto la CEOE como, sobre toclo, CC OO y UGT no estarán a la altura de las circunstancias si realmente no exigen al Gobierno el pronto envío al Congreso de un proyecto de ley creando el Consejo Económico y Social del artículo 131 de la Constitución, como órgano permanente de consulta, de intercambio regular de información y de deliberación sobre los planes económicos y los presupuestos de los distintos ámbitos de las administraciones públicas.

La política económica no puede hacerse ni desde la torre de marfil, de un ministerio ni desde el voluntarismo coyuntural de unas negociaciones súbitas y agobiantes. Es la planificación lo que permite una senda permanente y fluida de concertación. Y si existe planificación para un sector como el energético (porque Unesa supo empezar a imponerlo hace ya bastantes años), y si hay un Plan de Dotaciones para Inversiones de las Fuerzas Armadas" de ocho años de duración, lo que debemos preguntarnos es por qué no existe un marco general que abarque precisamente a los anhelos y a los intereses generales. Una pregunta tan sencilla como ésta aún no ha tenido respuesta por parte del Gobierno del PSOE. Ahora podría responder.

El papel del sector público

También me parece claro que de cara a un Acuerdo Económico y Social que pretenda tener una mínima credibilidad no basta con presentar un cuadro macroeconómico completado con, unas pocas previsiones sobre la marcha de la presión fiscal y de algunas otras macromagnitudes. Es preciso ir definiendo claramente las responsabilidades del sector público. Contar, por ejemplo, con un calendario efectivo para la reconversión industrial y con una estimación fundada del empleo alternativo que va a crearse para hacerla factible.

También me parece indispensable conocer cuál es la estrategia del Gobierno (si la tiene, o si es todo dejación) sobre las compras por intereses foráneos de importantes empresas españolas de la industria agroalimentaria, del sector químico, de la banca y del grupo Rumasa; como las que se están produciendo en estos días. Por no poner sino un ejemplo, la venta de Loewe a un grupo pretendidamente mayoritario en cuanto a la presencia en él de capital español ofrece muchas dudas; tanto por los partícipes en la operación como por la circunstancia de que el Estado, para facilitar la enajenación, haya tenido que proporcionar un crédito de 1.850 millones de pesetas a 10 años y al 12%,.en tanto que muchas pequeñas y medianas empresas han de obtener los recursos de circulante que necesitan en la banca a intereses superiores al 20% y con toda clase de garantías.

Pero el papel del sector público ha de definirse también en lo que concierne a las medidas concretas para racionalizar el déficit público, para no seguir ampliando lo que ya se denomina el partido de cargos adicto al Gobierno; para acabar con situaciones como las del INI, en el que está muy lejos de verse luz al final del túnel tras el déficit global de 161.500 millones de pesetas en 1983, que supuso un aumento del 17% sobre 1982. La empresa pública exige nuevas fórmulas de coparticipación, de corresponsabilización , de los trabajadores y de los consumidores y usuarios. Y hasta ahora nada de eso se ha hecho. Casi siguen los mismos, con los mismos métodos.

Y también corresponde al sector. público una mejor definición de lo que va a suponer previsiblemente el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea, con una previa puesta en claro de la situación de las negociaciones, especificando las dificultades aún existentes que pueden hacer infirmable el tratado tal como hoy se intuye que podría redactarse.

Empresas y servicios públicos

Pero no todo son guarismos, ratios, coeficientes y negociaciones. Hay problemas concretos que resolver. Un efecto postal que dentro de Madrid demora más de cuatro o cinco días en alcanzar su destinatario. O unos servicios aéreos en situación postrada. O unos ferrocarriles para los cuales, después de haberse programado hace dos años un plan decenal, ahora se pretende que entren en un contrato-programa que no acaba de perfilarse. Resolver, o por lo menos empezar a resolver todo eso, sanear y devolver un cierto prestigio a la empresa pública es una operación indispensable, que no se resuelve sólo manifestando -por resignación- que "el capitalismo es el menos malo de los sistemas".

Tecnología

Todo el mundo habla de ella. Pero la verdad es que se hace poco o casi nada. Y así se termina diciendo que la única esperanza son las multinacionales. Don Luis Solana, presidente de la Telefónica (y que de modo tan ferviente recomienda, como el señor Fraga, que no se haga el referéndum sobre la OTAN), ha dicho recientemente, refiriéndose a la tecnología en el campo de la microelectrónica: "Estamos descaradamente atrás en este sector; apenas hay inventos españoles, casi no hay patentes..., creo que una realidad que debemos reconocer es que el desarrollo de la electrónica en España sólo se puede hacer con las multinacionales". Y así no es extraño que se presente como un éxito la inversión de la ATT para una fábrica de chips, cuando la presencia de capital español en ella, vía Telefónica, se queda en un menguado 20%, sin ninguna capacidad decisoria. En vez de ir avanzando por la vía de participaciones crecientes -como la propia Telefónica empezó a hacer años atrás con Ericcson, Teletra y la General Cable-, se recae ahora en el modelo ITT, con una participación mínima, con un control total desde el exterior... Y veremos si con el tiempo también habrá que montar una operación de reconversión industrial, como la que recientemente apareció en el BOE, dando facilidades a una multinacional para sus operaciones de readaptación y sus previsiones de despidos.

Todas las cuestiones anteriores, tratadas de forma somera -a veces, como en el último caso, con la sola ilustración de un ejemplo-, deben estar sobre la mesa de negociaciones de la concertación cuando éstas se reanuden el próximo 27 de agosto. Hacer simples extrapolaciones mecanicistas y plantearse ilusorias creaciones de empleo sería unir al desprestigio del Gobierno el propio deslucimiento de las organizaciones empresariales y sindicales.

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