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Yuri Lubimov: 'Todo lo que sé se lo debo a Taganka'

El director de teatro soviético Yuri Lubimov (a quien el Soviet Supremo acaba de desposeer de la nacionalidad soviética) se encuentra actualmente en Italia, descansando con su mujer y su hijo de cuatro años, bajo el sol de Viareggio. Sus vacaciones se ven interrumpidas por los viajes de Milán a Bolonia. Cuestiones de trabajo, pero es en el balneario italiano en donde ha aceptado analizar su situación.

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El director sin nacionalidad

La mirada azul refleja tristeza. A sus 67 años, Yuri Lubimov acaba de perder su teatro y su nacionalidad, es decir, sus raíces y su oxígeno, la Taganka que había creado. Puede cultivar su arte en otros países, ha tenido múltiples ofertas: de Alemania, de Estados Unidos, de Londres, en donde ha puesto en escena Crimen y castigo y en donde piensa montar Los poseídos, por ejemplo. Sin embargo, ha escogido Francia e Italia. "Es una posibilidad para continuar con mi actividad, trágicamente interrumpida allá. Toda mi vida he trabajado como actor, como profesor o como director; todo lo que sé se lo debo a Taganka. Este teatro no existirá nunca más, está muerto. Se ha dicho que su cierre era debido a una supuesta renovación. Mis actores están acorralados, los teatros han recibido órdenes de rechazar a todos aquellos que deseen marcharse".Si, firma su contrato con la municipalidad francesa de Bobigny, Lubimov desearía empezar lo antes posible; pero ¿cómo se imagina las relaciones con un municipio comunista? Para él, Taganka en Moscú es comparable a Bobigny, es decir, un barrio obrero, lejos del centro de París. Desearía asociarse con un reducido grupo de actores que lleguen a él de forma natural. En lo que respecta a la Casa de la Cultura de Bobigny, no hay duda que necesita una mano de pintura y un buen decorador.

"Es preciso darle un nuevo aspecto, alma, una personalidad. Hacerla agradable para mi trabajo y para el público. Es un sitio un tanto especial, nunca se ha establecido allí un grupo 'artístico".

El ministro de Cultura francés, Jack Lang le ofrece un teatro y libertad de acción. Pero no se ha firmado nada todavía. Y no quiere hablar más de ello, pues se declara supersticioso.

Por el momento, prepara Los poseídos, de Dostoievski, en inglés que piensa estrenar en el Odeón a principios de 1985. Después vendrá La pasión según san Mateo, una producción internacional creada en la Scala de Milán, en donde piensa rodar una película y hacer una tournée europea. Le gustaría retomar Boris Gudunov, según el poema de Pushkin, prohibido en Moscú algo que le interesa especialmente. Se trata de un espectáculo musical que muestra el alma popular a través de oraciones y rituales. Le gustaría dar a conocer "las perlas de la poesía, el genio de los escritores rusos".

Desde hace 20 años, el objetivo de sus experiencia ha sido una nueva estética: "Busco los principios morales a través de nuestra literatura; por eso es tan apasionan te". El director Yuri Lubimov predica las virtudes de un teatro sintético y total, cada vez más cerca de sus raíces, "basado esencialmente en una buena literatura".

Su arte escénico tiende a la simplicidad, tan sólo las luces, los actores y el texto.

Se dice que dirige a los actores durante las representaciones con una linterna. Responde sonriendo: "Tenemos nuestro código. Con frecuencia los actores no sienten las cosas igual que el público. Yo me sitúo al fondo de la sala y les voy transmitiendo mis preocupaciones". Para ello utiliza una linterna de tres colores.

El verde significa que todo va bien, el blanco intermitente invita a la concentración y a la precisión la luz roja indica que las cosas van tan mal que abandona la sala "Hoy es a mí al que le han encendido la luz roja".

'El director es un ladrón'

Insiste sobre la función social del teatro. "Vive de lo que recoge en el exterior. El director es un ladrón, escucha todo y capta todo. Si la gente siente esto, vendrá. Trato de provocar sus sentidos y despertar su sensibilidad. Un país que no tiene ideal alguno, que reniega de su pasado, es un país muerto". Ellos matan allá el teatro borrando la memoria. Los rusos son conscientes de lo que pasa y a falta de algo mejor se ahogan en vodka. Es un drama, una enfermedad de la que el país se curará pronto, espero". Eslavófilo ante todo, siente una gran compasión por el pueblo y se rebela ante la injusticia: "Cada soviético tiene un libro en el cual aparecen detallados todos los empleos que ha desempeñado; en el mío aparecen 52 años de actividad, empecé a trabajar a los 14 años como electricista. He sido incluso miembro del partido, y después de 20 años en Taganka, me llaman disidente. No es el país el que me ha despedido, sino el Ministerio de Cultura. Es un problema personal entre el ministro Demichev, influyente personaje de la política soviética, y yo. Cuando ellos destruyen las obras, los hombres, los lugares, piensan que están aniquilando todo. Se engañan. Estamos ante el estalinismo de nuevo. Ellos nos separan de amigos y familia... Es una tragedia".La palabra se repite a menudo en la conversación cuando habla de sus amigos: Tarkovski e incluso Nurejev, quien no puede visitar a su madre enferma; Sajarov, claro está, y tantos otros que no puede nombrar. "¿Por qué son tan vengativos? ¿De quién tienen miedo?". Para Lubimov es una muestra de incompetencia: "Niegan aquello que no entienden y aspiran a destruir lo que no dominan". Es la base de toda censura. "Corrigen los textos, muchas veces, por miedo sobre todo a las altas jerarquías. Es preciso gastar más energía para la aprobación de un proyecto que el llevarlo a cabo. Tarkovski ha trabajado 26 años, 20 de los cuales han estado dedicados a luchar y seis a crear".Ellos cortan, ellos amputan, hasta el preciso momento en que el director se cansa y se aparta o lo apartan, o bien lo rechazan.

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