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Reportaje:El régimen de Hassan II, ante las urnas / y 3

La 'receta' del FMI agrava los efectos de la crisis marroquí

La vuelta del verano, la próxima rentrée, para los marroquíes, puede ser una de las más difíciles de la historia de Marruecos. Esta vez no es sólo la oposición quien lo afirma. El propio rey Hassan II reconoció que la situación es grave, y el 8 de julio pasado solicitaba, en un discurso con motivo de su 55º aniversario, "renunciar a las ilusiones y las quimeras, contrarias a nuestras tradiciones y nuestra religión".

Junto con las elecciones generales de septiembre será necesario hacer frente a una reforma educacional altamente impopular, a los aumentos de precios de artículos de primera necesidad piar la mala cosecha de este año y a la necesidad de aplicar las medidas que recomienda el Fondo Monetario Internacional, con el cual Marruecos, después de haber obtenido una moratoria para sus deudas de 1983 y 1984, debe negociar antes de este fin de año el pago de sus deudas para 1985 y 1986.Siguiendo recomendaciones del Banco Mundial sobre restricciones de gastos, que el Gobierno marroquí había aceptado, el ministro de Educación propuso una reforma educacional que consistía en dejar en la calle a decenas de miles de alumnos de primer ciclo, de enseñanza secundaria y enseñanza superior, desviándolos hacia la formación profesional.

Cuando todos los partidos políticos habían criticado ya este plan de reformas, incluido el partido Istiqlal, del que es miembro el ministro de Educación, y la reforma se convertía en el tema explosivo del próximo año escolar, después de una áspera discusión en el Gobierno entre el ministro socialista Abderrahim Buabid y el de Educación, el rey Hassan II intervino en la polémica y anunció, en su discurso del 8 de julio, que se comprometía "a no privar a Marruecos de ninguna de las potencialidades sobre las que puede contar".

Estas palabras del soberano se han interpretado como la promesa formal de que ningún alumno de los ciclos citados quedará en la calle, a pesar de que el sistema educacional marroquí arroja un porcentaje de desperdicio superior al 70%. Desde entonces, sin embargo, ha comenzado en toda la Prensa una importante campaña de sensibilización sobre la formación profesional y la necesidad de no considerar a ésta (al trabajo manual) como inferior a la formación universitaria (trabajo intelectual).

Estas promesas, no obstante, no modifican los problemas económicos. La deuda exterior de Marruecos se eleva a 12.000 millones de dólares (casi dos billones de pesetas). El servicio de la deuda solamente superó en 1984 los 1.250 millones de dólares, es decir, el 40% (le los ingresos por exportaciones del país.

El precio del fósfato, la principal exportación marroquí, se sitúa actualmente alrededor de los 32 dólares la tonelada, después de haber alcanzado los 60 dólares en 1974. Los marroquíes, al igual que los tunecinos, entienden que la próxima entrada de España y Portugal en la Comunidad Europea agravará sus respectivas situaciones económicas.

El paro, que alcanza, según la contabilidad de la oposición, a más del 40% de la población activa, se verá agravado por la presión adicional que representará el retorno masivo de trabajadores marroquíes que la industria europea despide, como a los de otras nacionalidades, debido a la crisis.

Sin embargo, las transferencias de esos trabajadores a Marruecos sirvieron durante los últimos años para equilibrar el déficit de la balanza de pagos.

Los economistas marroquíes calculan además que el despilfarro, la corrupción y la mala gestión intervienen en muchos casos de grandes y pequeñas empresas en un 30% de los costes de producción.

Peor aún, los industriales se preocupan ahora por la que creen evidente desindustrialización del país, debido a acuerdos con países extranjeros para la realización de inversiones llave en mano.

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