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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Llegaron los duendes, hubo milagro

Los duendes tardaron en llegar pero cuando Fernanda de Utrera cantó por soleares sentimos que el milagro se había cumplido. La voz oscura de Fernanda, con toda la pena del mundo, hizo un cante por soleá prodigioso, estremecedor transido de una jonda emoción que llegó a ser intolerable. Lo demás, su cante por bulerías, que hizo en compañía de su hermana Bernarda -espléndida de voz en su vuelta al cante tras una larga enfermedad-, fue también importante pero ese cante por soleá a mí me quedará para siempre en la memoria.Fue noche de bulerías, y no siempre para bien. El cuplé invade este género, tan gitano, tan flamenco, y lo está destrozando. Ni siquiera las de Utrera se libran de ese pecado. Lo que ocurre es que aun cantando cuplés los gitanos pueden ser geniales en ese palo, y el Gazpacho de Morón fue un pleno de gitanos, con sólo un par de excepciones. Y nos dieron un fas tuoso recital buleariero, cada uno por separado, y después juntos en la fiesta final. Recital en que la guitarra de Paco del Gastor, inagotable, fue una verdadera fuente de sonidos mágicos, electrizantes, e constante efervescencia creadora

XVIII Gazpacho Andaluz

Cante: Fernanda y Bernarda, Rancapinos, José Torres, 'Joselero', Paco Toronjo, Miguel Funi, El Andorrano. Guitarra en concierto: Mario Escudero. Baile: El Güito, con Indio Gitano y Rafael Fajardo al cante y Enrique Escudero y El Bola al toque. Toque: Paco del Gastor, Pedro Peña y Segundo. Presentador: Emilio Jiménez Díaz. Organización: Ayuntamiento de Morón de la Frontera y Tertulia Flamenca El Gallo de Morón. Morón de la Frontera (Sevilla), 4 de agosto, de 1984.

Abrió el fuego una de las glorias locales, José Torres, Joselero, "un añito más, pa otro ya veremos" como él mismo dijo. El cante de este hombre es casi una reliquia, con ecos añejos, primitivos.

Miguel Funi, que es sobre todo un buen bailaor, se empeña en cantar, y aunque lo hace con acierto, canta mucho y largo, y entonces se pasa. En Morón nos dio una auténtica paliza. También se pasé en el cante y baile por bulerías, que reiteró una y otra vez, hasta aburrir. Me parece que además está perdiendo espontaneidad su baile, en el que se autocomplace demasiado, corriendo el riesgo de amaneramiento. Y como estaba muy contento -demasiado, creo yo-, le dio por cantar martinetes y, naturalmente, destrozó el cante.

Mucho más fresco y jugoso fue el cante y el baile de El Andorrano. Artista de una sola cuerda -bulerías, por supuesto-, me sorprendió gratamente con una serie de soluciones originales, llenas de imaginación y encanto. Es hijo de Joselero, y en Morón, un ídolo.

Rancapinos tuvo una magnífica noche. Arrancó por alegrías, con brillantez y fuerza, demostrando un profundo conocimiento de la riqueza de matices del género.

La actuación de Paco Toronjo fue patética. Este maestro indiscutible en el fandango de Huelva, cantó apoyado en el respaldo de una silla, sin matizar las variaciones de esos estilos, todo un grito exasperado, transido quizá de un trágico eco, si no cayera en lo grotesco. Paco Toronjo, hoy, se me antojó una lamentable caricatura de Paco Toronjo.

Mario Escudero actuó en concierto, en un ambiente, este de los festivales al aire libre, no idóneo para su arte entrañable.

En el baile, El Güito tuvo una discreta actuación, con su buen hacer habitual por seleares y por bulerías. Brilló en el acompañamiento el cante estremecedor de Indio Gitano y el toque siempre eficaz de Enrique Escudero. Como eficaz fue la guitarra de Pedro Peña y la de Segundo en el acompañamiento a Toronjo.

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