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El régimen islámico y el 'pequeño Satan

El desarrollo del secuestro del Boeing 737 de la compañía Air France pareció convertirse, a medida que pasaban las horas y crecía la incertidumbre sobre la suerte que esperaba a los ocupantes del aparato, en una prueba sobre las supuestas intenciones de una apertura diplomática iraní hacia Occidente. En tal sentido, el suceso presentaba un perfil que podía afectar a las posibilidades de que París y Teherán mejorasen unas relaciones que casi habían tocado fondo.Desde hace tres años, el diálogo entre Francia e Irán es prácticamente nulo, a pesar de que el presidente francés, François Mitterrand, en numerosas declaraciones, ha intentado mantener una actitud diplomática no especialmente agresiva con Teherán. Pero ni sus palabras ni las del ministro de Asuntos Exteriores, Claude Cheysson, han servido para nada. Si Estados Unidos es el gran Satán para el imán Jomeini, Francia, de acuerdo también con el calificativo del ayatollah, es un pequeño Satán.

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Las razones de las diferencias franco-iraníes son públicas. En tiempos del presidente Valéry Giscard d'Estaing, Francia ofreció asilo a Jomeini, máximo opositor al régimen del sha Reza Pahlevi, en Neauphle-le-Château, un poblado de las cercanías de París. Pero desde que la república islámica pasó a convertirse en un régimen de terror para muchos ciudadanos, éstos también han escogido a Francia como país-plataforma de lucha contra el jomeinismo.

Se calcula que, actualmente, alrededor de 10.000 iraníes viven refugiados en suelo francés. Entre ellos se encuentran el antiguo primer ministro del sha, Shapur Baktiar; el que fue primer presidente de la república islámica, Abolhasan Banisar; el líder de los muyahidin, Masud Radjavi, y varias personalidades monárquicas o de otros grupos políticos que se oponen al régimen.

El envío, por parte francesa, de aviones Super Étendard a Irak fue considerado por Irán como un acto de guerra, en tanto que las acciones terroristas de grupos islámicos iraníes, cuyas relaciones con el régimen de Teherán siempre se ha considerado que son, estrechas, añadían un nuevo elemento perturbador.

El reciente viaje del ministro de Asuntos Exteriores de la República Federal de Alemania, Hans-Dietrich Genscher, a Teherán se ha interpretado como un signo importante de los deseos de apertura del jomeinismo a Occidente. El yerno del propio Jomeini, Sadegh Tabai, fue recibido el mes pasado en el Elíseo, aunque no consta que por el propio Mitterrand. El secuestro del avión de Air France, la verdadera identidad de los autores, el papel jugado por el régimen iraní y el espectacular -aunque afortunadamente no trágico- desenlace no permiten, sin embargo, que se vea la luz.

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