La danza ancestral de once países se exhibió en el festival de folklore de Portugalete
Grupos de danzas folklóricas de Hungría, Reino Unido, Turquía y del País Vasco clausuraron la pasada noche del lunes en Portugalete el X Festival Internacional de Folklore, que se ha venido celebrando, en esta localidad vizcaína en jornadas sucesivas desde el pasado viernes. En esta edición, organizada por el grupo de danzas vasco Elai-Alai han participado grupos de Canadá, Angola, Rumanía, Guatemala, isla de Guadalupe, Cerdeña y Bulgaria, además de los ya citados.
La danza de los saltos de Hungría fue la pieza seleccionada para la clausura del festival internacional de Folklore de Portugalete, por ser una de las más populares del país. El ritmo se marca con las manos y los pies y cuenta con un variado repertorio de pasos. La danza húngara fue interpretada por un antiguo grupo nacido en 1947, que, sin embargo, no se había exhibido en el País Vasco. El conjunto cuenta con una orquesta que está formada por violines, violoncelo, contrabajo, clarinete y flauta.Reino Unido, por su parte, representado por el grupo Morris, creado en 1976, de Ironbridge, cercano a Gales, bailó Jackfield, la danza más antigua del condado, que, según las palabras de sus intérpretes, "es un canto a la fertilidad de la madre Tierra". La danza la ejecutan seis jóvenes provistos de palos, un bufón vestido de manera alegre y ridículo, tiznados todos ellos de negro al ritual extraño de los bailarines de Bacup Coconut. La tradición señala que los hombres se pintaban la cara de negro para que no les conociera ni los vecinos ni los espíritus malignos, a quienes intentaban ahuyentar. Años después esta costumbre era muy útil para los hombres sin trabajo, los cuales bailaban para ganar dinero y deseaban pasar desapercibidos.
El grupo Yesilkoy, de Turquía, interpretó la danza de la espada y del escudo, baile que desde que nació el grupo, en 1970, fue sobre el que se basó su programa hasta 1979. Esta danza se baila sin más música que el ritmo que marcan estos dos elementos.
El presupuesto del festival, que ha superado los 10 millones de pesetas, ha contado con la financiación del departamento de Cultura del Gobierno vasco, Ayuntamiento de Portugalete, Caja Laboral Popular y alguna entidad de ahorro.
Marimbas y ngoma
Durante las primeras jornadas del festival internacional, el grupo canadiense Loup Garou, de Quebec, -formado por 31 miembros, bailarines, cantantes y músicos de la región de Montreal- interpretó con trajes de época del siglo pasado la danza de Caribou (mimo tomado de las reservas indias) y la danza del bracero, una representación de carácter jocoso. El grupo Romanasul, de Rumanía, bailó la célebre danza de Calusari, y la agrupación Canto Libre, de Angola, deleitó al público vasco con el ritmo de sus marimbas y el sonido del ngoma (tambor cóncavo hecho de madera y cerrado con piel de animal). En su repertorio destacó la danza de tipo carnavalesco, con fuertes influencias de carácter pagano y de adoración a la naturaleza y a los animales.
La interpretación del grupo vasco organizador del festival, Elai Alai, con su puesta en escena del Festival de Luzaire, fue alabada por el público. Precedidos por dos caballos blancos, un total de 54 personas, entre dantzaris y músicos, bailaron con sus vestimentas extraídas del folklore navarro. Ataviados de rojo y blanco, altos gorros de espejos y cintas y disfraces de carnaval, expresaron finalmente una danza preparada durante cerca de dos años.
Al éxito que ha supuesto este festival hay que sumar el de los Encuentros internacionales sobre Cultura Tradicional, celebrados con motivo de este festival en Portugalete, que finalizaron asimismo con las palabras del etnólogo vasco José Miguel de Barandiarán.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.