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Entrevista con Carlos Garaikoetxea

"En la historia del País Vasco hay una serie de falsas paces, concluidas después de heridas mal cerradas, que han llevado a nuevas guerras. Creemos que hoy -que, en nuestra opinión, hay una posibilidad histórica de resolver el problema vasco- pasa lo mismo. Pero el Gobierno socialista está tan convencido de que la solución depende de una victoria militar que es incapaz de entrar en razón". (...)"Los socialistas están encantados con una solución consistente en la eliminación física de ETA. Es una trampa porque, si no se abordan los problemas subyacentes a la violencia, en algunos años surgirá otra ETA". (...)

"Más allá de la violencia", prosigue, "el problema de fondo es la aspiración de nuestro pueblo al autogobierno. El problema de ETA no se reduce a un pequeño grupo de terroristas. No olvide que dos tercios de los escaños del Parlamento de Vitoria están ocupados por miembros de formaciones nacionalistas, que son dos veces más, nada menos, que los socialistas. No olvide que aproximadamente un 15% del electorado vasco, unas 150.000 personas, ha optado por una coalición que defiende abiertamente los mismos objetivos que ETA. Si el Gobierno socialista insiste en buscar una solución policial, temo lo que puede resultar de la frustración y el revanchismo de 150.000 personas que habrán apoyado a los vencidos. Por eso hay que evitar que haya vencidos".

¿Qué pretende Garaikoetxea? "Hay que sentar a la misma mesa a todas las fuerzas políticas que hay en el País Vasco, y digo todas, ETA incluida, para analizar las causas políticas de la violencia. Los socialistas saben perfectamente que algunas de las reivindicaciones planteadas por sectores próximos a ETA son perfectamente compatibles con el estatuto de autonomía que hemos aprobado todos en 1979. ¿Por qué, entonces, más que pretender alcanzar una victoria militar, no buscar ese denominador común que permitiría llegar a una paz sin traumatismos, es decir, duradera?".

Garaikoetxea precisa que tal era el objetivo de las negociaciones para la paz que propuso, sin éxito, en enero de 1983, poco después de la victoria electoral de los socialistas. El proyecto ha sido resucitado en las últimas semanas. Para concretarlo habría que vencer muchas dificultades, y su promotor así lo admite. "Los socialistas están convencidos de que pueden vencer físicamente a ETA, y ETA está convencida de que puede sobrevivir a la ofensiva y reorganizarse. En estas condiciones, nadie quiere negociar. Nosotros pensamos que hay que convencer a ambos bandos de que se equivocan y de que hoy la inteligencia política consiste en llegar a un acuerdo histórico".

"La idea central, prosigue nuestro interlocutor, "es que hay que satisfacer al máximo las aspiraciones de nuestro pueblo al autogobierno, respetando el estatuto de 1979. A la Ertzaina, por ejemplo, el estatuto de autonomía la autoriza a ocuparse de todo lo que no es suprarregional. De hecho, sus competencias siguen estando muy limitadas. ¿Por qué no ampliarlas? Sería segar la hierba bajo los pies de los partidarios de ETA, que piden precisamente la sustitución de la Policía Nacional por la Ertzaina. El estatuto de autonomía admite muchas lecturas. Es una ilusión querer aislar a ETA ateniéndose sistemáticamente a la lectura más restrictiva".

La conversación nos conduce en seguida a las medidas recientemente adoptadas en el extranjero contra ETA, y fundamentalmente a las dos extradiciones decididas por el Gobierno belga. Éstas han sido criticadas por el PNV, lo que ha provocado una virulenta polémica con el PSOE, que ha acusado a los nacionalistas vascos de deslealtad. "Considero que estas extradiciones han creado una crispación inútil en el País Vasco", afirma Garaikoetxea. "En principio, porque estas dos extradiciones competen no a ETA Militar, sino a la rama político-militar, que está prácticamente en extinción. Y también porque, al no estar acusados de delitos de sangre, podían perfectamente beneficiarse siguiendo los criterios socialistas de las medidas de reinserción social acordadas por el Gobierno. En estas condiciones, ¿por qué los quieren obstinadamente trasladar a las prisiones españolas? Una expulsión a un país lejano, seguida de una medida de gracia, ¿no habría sido tan eficaz, provocando menos tensiones? Pero el Gobierno de Madrid se está preocupando más de obtener una victoria cara a la opinión pública que de buscar la solución más pacificadora".

¿Significa esto que el Gobierno vasco no desea ver a Francia extraditar a los miembros de ETA? "Es evidente que en los delitos cometidos por ETA hay un componente político", responde nuestro interlocutor. "Y no se asombre si un nacionalista vasco pone por delante este factor político en un momento en que ciudadanos vascos pueden comparecer ante tribunales que no son exclusivamente vascos". Consciente de la reacción que esta posición puede suscitar en Madrid, Garaikoetxea precisa: "Esto no quiere decir que no reconozcamos la jurisdicción de los tribunales españoles. La aceptamos. Pero este sentimiento que describo es percibido por todos los nacionalistas, y el realismo consiste en admitirlo y tenerlo en cuenta". (...)

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