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Reportaje:La muerte del dirigente de la OAS

La discreta vida del general en Madrid

El general Raoul Salan llegó a Madrid a finales de 1960. El general había pedido el retiro anticipado en el Ejército y deseaba pasar los años de su jubilación en Argel. El Gobierno francés se lo prohibió. Tras una conferencia de prensa en la que atacó la política argelina conducida por De Gaulle, Salan, que había sido comandante en jefe del Ejército de Argelia, pasó la frontera y se instaló en la capital de España. El general era amigo de Ramón Serrano Súñer.Por aquella época Madrid era un nido de activistas franceses. Tras el proceso de las barricadas, vivían en la capital los que se hicieron fuertes con los estudiantes en la Universidad de Argel. Pierre Lagaillarde y Jean-Jacques Susini eran el símbolo de la resistencia de los pieds noirs europeos a que Argelia dejara de ser francesa.

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Salan, siempre acompañado de su fiel ayudante, el capitán Ferrandis, montó sus cuarteles en el hotel Princesa, a los que se unió Susini. El hotel Princesa era una casa de tres pisos rodeada de jardines. Sobre su solar hoy se alza el hotel Meliá-Princesa.

Salan tenía entonces unos 60 años bien llevados. El cabello negro azabache, el rostro impasible. El elegante vestido civil lo llevaba con la misma meticulosa prestancia que el uniforme militar. La policía española los vigilaba discretamente. Castiella, ministro de Asuntos Exteriores, y José María de Areilza, embajador en París, habían hecho prevalecer sus tesis de no injerirse en el avispero argelino.

Salan estaba convencido de que la guerra de Argelia acabaría en una guerra civil. Por lo menos eso le dijo el, capitán Ferrandis al periodista francés Eugenio Manoni, que entonces trabajaba en Le Monde. Los dos eran corsos, amigos de la infancia. Manoni era de los pocos periodistas que tenían acceso a las habitaciones de Salan.

Devoto de san Ignacio

Salan llevaba en Madrid una vida discreta. Sólo se sabe que realizó unos ejercicios espirituales, creo que en Pozuelo, con el padre Grasse, jesuita que hoy misiona en Brasil. El padre Grasse me dijo por aquella época: "El general es un devoto de san Ignacio de Loyola".

El día 8 de enero de 1961, De Gaulle gana, de manera neta y masiva, un referéndum que autoriza al Gobierno a llevar a cabo las gestiones necesarias para la autodeterminación de Argelia, que hasta entonces era una provincia francesa.

Los argelinos pieds noirs, en especial en Argel, no aceptan la voluntad nacional. Se forma una serie de grupos de resistencia: grupos Lagaillarde; fascistas de Joven Nación; nostálgicos de Pètain y de Vichy, etcétera. Jóvenes coroneles que combatieron en Indochina y aprendieron la técnica del Vietcong.

Madrid se convierte en una especie de noria de los activistas Lagaillarde, Pierrot para sus amigos, recibe muchas más visitas que Salan, que ahora tiene a su flanco a Susini. No era simpático el tal Susini: el rostro pálido, la mirada fría, la apariencia áspera helaban a su interlocutor.

En febrero, Lagaillarde tiene una idea genial. De acuerdo con Salan, deciden unificar todos esos comandos dispersos. Es Pierrot, simpático, amante de la buena vida y ex diputado de Argel, quien les da el nombre: Organización del Ejército Secreto. La OAS acaba de nacer en una casa madrileña, cerca del estadio Bernabeu. Lagaillarde y Salan ponen a punto sus acuerdos de Madrid. Deciden: "La OAS, organismo de combate de los civiles argelinos, se integra en una operación conjunta civil, militar, metropolitana y argelina". Salan asume la presidencia y la dirección del conjunto de la operación. Lagaillarde, asesorado por un comité central, asume la jefatura.

Salan era un general político, lleno de condecoraciones; a partir de ese momento es simplemente un político. Quería suceder a De Gaulle. Salvar a Francia y hacer la revolución. Los jóvenes turcos de Argel no son ajenos a este mensaje.

La policía francesa evoluciona más rápidamente de lo previsto por estos rebeldes. El 7 de abril se reúnen los representantes argelinos y franceses. Los generales Challe, Zeller y Jouhaud se pronuncian en Argel el 22 de abril. Salan no está presente. El Gobierno francés ha pedido al español, un par de días antes, que vigile estrechamente a Salan. Las tesis de Castiella y Areilza son seguidas. La policía rodea el hotel Princesa.

El general Salan logra, el día 23 de abril, de madrugada, por medio de una fuga rocambolesca, salir por una ventana del hotel, acompañado de Ferrandis y Susini. Sus amigos españoles le habían preparado la fuga. Uno de ellos, que nos pide no revelar su personalidad nos dice: "Del hotel se fueron a casa de un periodista, y desde allí yo mismo les llevé al aeropuerto". En Barajas les espera un avión Convair, de Aviaco, que pilota el comandante Carlos Teixidor, un héroe de la aviación franquista (era conocido como el as del Convair). En la pista de despegue la policía registra por dos veces el Convair, que tiene dos motores En él sólo se encuentran los que le fletaron: el doctor Perales, el in dustrial Víctor Felipe y el periodis ta Ángel del Campo. El avión despega con estas personas a bordo. El general y sus amigos desembar can en Argel.

La incógnita

¿Cómo se hizo el cambio? Es algo que nunca se sabrá, a menos que una de estas personas quiera hablar algún día.

En diciembre asistirnos al con sejo de guerra que juzga a Carlos Teixidor. El ponente era un jefe jurídico del Aire que más tarde sería ministro de Gobernación: Garicano Goñi.

La acusación afirmaba que Te¡xidor había comprometido la paz y la seguridad de la nación saliendo de Barajas sin permiso del jefe del aeropuerto; el nombre del general Salan no fue citado. Declararon los que emprendieron el vuelo. El avión había sido fletado para llevarlos a una finca de Palma de Mallorca. Tuvieron que hacer una escala de emergencia en Argel a causa de las condiciones atmosféricas, que habían parado uno de los motores del Convair y que les hizo aterrizar en Argel para repararlo. El Gobierno francés no respondió al requerimiento del juez de que confirmara o negara la versión. El tribunal militar de la región aérea del centro condenó a Carlos Teixidor a 10 meses de cárcel. No los cumplió. Le acogía la amnistía decretada por Franco con motivo del 25 aniversario de su acceso al poder.

El golpe militar de Argel duró cuatro días. Salan y la OAS entraron en la clandestinidad. Allí donde quería vivir sus años de jubilación, Salan fue detenido.

Esta es la sucinta historia de los seis meses que Salan pasó en Madrid. La tesis de Castiella-Areilza funcionó. Pero no hay duda de que Salan contaba en Madrid con poderosos amigos y muchas complicidades. ¿Se llegará a saber la verdad de la historia algún día?

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