Un total hermetismo rodea las primeras negociaciones formales Nicaragua-EE UU
ENVIADO ESPECIALUna urbanización de lujo a orillas del Pacífico es el escenario de las primeras negociaciones formales entre funcionarios de Estados Unidos y de Nicaragua. Un guardacostas fondeado ante su playa privada y cerca de un centenar de soldados han impedido hasta ahora todo contacto de los periodistas con las dos delegaciones, presididas, respectivamente, por el embajador especial norteamericano Harry Shlaudeman y el vicecanciller nicaragüense Víctor Hugo Tinoco. El hecho de que las, conversaciones prosiguieran ayer, por segundo día consecutivo, se interpreta como un signo favorable.
En contra de lo que se afirmó en un principio, ningún representante mexicano asiste a esta primera ronda de negociaciones. Únicamente el canciller, Bernardo Sepúlveda, se desplazó el lunes hasta Manzanillo para dar la bienvenida a las dos comisiones. Después de un desayuno protocolario regresó a la capital. En medios diplomáticos se asegura que una de las propuestas presentadas por Tinoco plantea la presencia de un relator mexicano, que desempeñaría funciones de secretario. Ricardo Valero, miembro de la comisión técnica del grupo de Contadora, podría ejercer este papel en futuros encuentros si le acepta EE UU.
Las mismas fuentes aseguran que el embajador Shlaudeman ha repetido sin variaciones los cuatro puntos que el secretario de Estado, George Shultz, expuso al comandante Daniel Ortega durante la entrevista que ambos sostuvieron el pasado 1 de junio en el aeropuerto de Managua.
Washington exige para normalizar sus relaciones con los sandinistas que éstos dejen de exportar la revolución, que se restaure un equilibrio militar razonable en Centroamérica, que prescindan de los asesores militares procedentes del bloque soviético y que las elecciones del 4 de noviembre estén abiertas a la participación de todos los grupos políticos, incluyendo a los insurgentes.
Hace unos días, Shultz reiteró que el Departamento de Estado norteamericano disponía de pruebas irrefutables para demostrar que no se ha interrumpido el tráfico de armas de Nicaragua a la guerrilla salvadoreña. Los sandinistas argumentan que si existiesen estas pruebas habrían sido ya exhibidas con todo lujo de detalles. No obstante, admiten discutir este tema con los estadounidenses, al igual que el equilibrio militar y la reducción de los asesores. En materia electoral, su actitud ha sido hasta ahora menos flexible por entender que se trata de una cuestión de política interna.
Los nicaragüenses han exigido, a su vez, a la Administración Reagan que ponga término a la ayuda financiera y logística a las guerrillas antisandinistas. Esta petición ha sido desoída por el Gobierno norteamericano, aunque el Congreso ha venido en ayuda de Managua ocasionalmente, al negar nuevas partidas presupuestarias para los contras, como acaba de suceder con los 21 millones de dólares solicitados.
Estas primeras conversaciones de Manzanillo se programaron inicialmente para un solo día, aunque su continuidad estaba abierta a la forma en que se desarrollasen las pláticas iniciales. De ahí que se haya valorado positivamente el que continuasen los contactos durante el día de ayer.
La única información oficial de la reunión ha sido emitida por la cancillería de México en un brevísimo comunicado de 10 líneas. El Ministerio de Relaciones Exteriores nicaragüense ha informado, por su parte, que el propósito de este diálogo es "mejorar las relaciones con EE UU" y que su apertura obedece a "la reiterada voluntad expresada por el Gobierno de Nicaragua" en este sentido.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.