La Semana Internacional de Cine de Barcelona comenzó con la asistencia de Samuel Fuller
La Semana Internacional de Cine de Barcelona comenzó ayer con la llegada de Samuel Fuller, el célebre director americano de Corredor sin retorno o Yuma, dos de sus títulos mas conocidos. En la Semana se proyectará su penúltimo filme -White dog-, una cinta "maldita". Por el momento, sin embargo, los protagonistas son Faustus, Faustus, Faustus, los nueve capítulos de una hora dirigidos por el húngaro Miklos Jancsó, y los yoguis con los que la Semana comparte el palacio de congresos. Mañana los focos de interés se diversificaran con el es radlo último filme de Tony Richardson, The Hotel New Hampshire.
Faustus, Faustus, Faustus es una producción televisiva rodada en vídeo y basada en la novela de Laszlo Gyurkó El bendito viaje del doctor Fausto al infierno. La acción transcurre o, mejor dicho, arranca en 1944, durante la ocupación nazi de Hungría. En los primeros cuatro capítulos, la voz del narrador es omnipresente y, a partir de la quinta entrega, los personajes recuperan la palabra.Mikios Jancsó, el cineasta del plano-secuencia, el virtuoso del travelling y los movimientos corales, parecia haber tocado fondo con sus últimas películas, internacionalmente rechazadas en tanto que adscritas a una concepción del cine de autor que remite a la utopia de los años sesenta y setenta, hoy desacreditada por el cinismo pragmático reinante. Pero la TV y el soporte vídeo son, en este caso, un refugio para el director, que puede experimentar libremente, sin tener que sujetarse a los criterios que impone la moda. Los planos de más de quince minutos de duración, los juegos con la luz y los deslizamientos de la cámara en un decorado cambiante confieren a Faustus, Faustus, Faustus un extraño poder de seducción.
La sesión de noche estuvo consagrada a la revisión de un clásico: Die freudIose Gasse (La calle sin alegría, 1925), de Pabst. Al margen del atractivo de la cinta y de sus protagonistas -Asta Nielsen y una jovencísima Greta Garbo-, la Semana ha vuelto a jugar una carta que ya le dió muchos éxitos en años anteriores: el acompañamiento pianístico que Joan Pineda hace, en directo, de las imágenes, retrotrayéndonos al Periodo glorioso del cine silente, con sus grandes stars y su blanca palidez.
Para completar la jornada se ha proyectado De toekomst van 36, un documento holandés construido a partir de las declaraciones de Juan García Oliver. No hace falta decir que el film simpatiza con la causa anarquista, simpatía que, por si no bastara con la personalidad de quien sirve de hilo conductor, se quiere explicitar con una declaración de principios que preside el filme: "La lucha del hombre contra el Poder es la lucha de la Memoria contra el Olvido". Esa cita de Milan Kuridera y las argumentaciones de los cineastas pondrán en contacto hechos a priori dispares, como la guerra civil española y el movimiento provo, las huelgas de trabajadores en la Bélgica de 1960 y el parisiense Mayo 68, o personajes como Albert Pérez Baró y Daniel Cohn-Bendit. La película tiene pues la virtud de proponer una explicación, aunque puede parecer simple, de adónde han ido a parar los ideales anarquistas que la CNT hizo triunfar en 1936, esa mentalidad libertaria que, si tuviésemos que hacer caso tan sólo de las matemáticas electorales, se habría evaporado del mundo de los vivos.
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