El padre del 'compromiso hístórico'

La muerte de Enrico Berlinguer coincide con un momento delicado para el Partido Comunista Italiano (PCI), en el que el eurocomunismo -que él lanzó a mediados de los años setenta, junto a Santiago Carrillo y Georges Marchais, pero del que, a diferencia de éstos, nunca se apartó parece haberse estancado. El eurocomunismo constituía un proyecto complejo que no se armonizaba con las variantes, esencialmente leninistas, de los partidos comunistas occidentales, a los que conducía al campo ya ocupado por los socialismos y las socialdemocracias europeas.Así como Carrillo tenía el paso cerrado por Felipe González, y Marchais, por FranQois Mitterrand, Berlinguer tuvo que enfrentarse en su camino con Bettino Craxi, que se hallaba decidido a oponerse a una alternativa de Gobierno italiano encabezado por los comunistas.

El secretario del partido comunista fue aislado en la oposición por un Gobierno presidido por los socialistas que estaba dispuesto a gobernar sin, e incluso en contra, del PCI. Por otra parte, Berlinguer fue el hombre que lanzó la idea de un compromiso histórico entre las fuerzas populares católicas, comunistas y socialistas que era, y sigue siendo, el extremo opuesto de una alternativa de carácter europeo. Probablemente, Berlinguer todavía creía en esta Posibilidad, que, entre 1976 y 1979, dio lugar a colaboraciones y acuerdos de unidad nacional, sobre todo con la Democracia Cristiana (DC). Ello lo demuestra el hecho de que decidiera apoyar la constitución de un nuevo Gobierno que excluyera a Craxi es decir, al partido socialista.

Berlinguer será recordado en la política italiana y europea sobre todo como el líder comunista occidental que cortó sus amarras con Moscú de forma tajante y no sólo oficial. En este sentido, Berlinguer siguió la política iniciada por Palmiro Togliatti y Luigi Longo, que expresó su claro desacuerdo con la invasión soviética de Checoslovaquia. Fue un distanciamiento doloroso que Berlinguer volvió a marcar con su postura sobre las cuestiones china y polaca.

Hace unos años, Berlinguer aceptó la presencia de Italia en la OTAN como una garantía para el desarrollo democrático y pluralista del país. Recientemente, Berlinguer adoptó una postura más equidistante entre Moscú y Washington tanto en la cuestión de los euromisiles como en política interior.

Sin embargo, sigue siendo indiscutible su contribución a la europeización y creciente democratización de las masas populares. La propia política del compromiso histórico con las fuerzas católicas fue elaborada por Berlinguer para hacer frente a los riesgos de un eventual golpe al estilo chileno y en función de una democracia que legitimara al PCI como fuerza de Gobierno. Pero el asesinato de Aldo Moro, interlocutor clave en la DC para este proyecto, aceleró el desgaste de la colaboración.

Berlinguer desplegó el PCI a favor de la defensa del Estado contra el terrorismo rojo, hecho que fue utilizado por la DC pos-Moro como pretexto para no realizar una política de transformación. Berlinguer entonces propuso la alternativa, pero se enfrentó con un partido socialista desfavorable a la misma por razones de protagonismo. En suma, los años ochenta se presentaban para Berlinguer más difíciles que los setenta, en los que un italiano de cada tres había votado su partido y creído en un rápido desarrollo del eurocornunismo.