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Un sanatorio para leprosos padece trabas administrativas para conseguir donaciones procedentes del extranjero

El sanatorio para leprosos de Fontilles, en la provincia de Alicante, que es el más antiguo de España, ha cumplido este año 75 de existencia. Los avances científicos sobre el tratamiento de la lepra, a los que el centro ha contribuido, y las mejoras en la alimentación y la higiene de la población han hecho que esta enfermedad se encuentre en franco retroceso en España. La condición de fundación privada, de carácter benéfico, que tiene el centro alicantino provoca la paradoja de que el instrumental sanitario que acostumbran a donarle instituciones extranjeras no se vea libre de pagos arancelarios.

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Una poblacion de 6. 000 enfermos

Los casos más recientes han sido un aparato oftalmológico donado por la empresa suiza HaagStreit Ag y una incubadora procedente del Reino Unido y costeada por la asociación italiana Amici del Leprosi. En el primer caso, el sanatorio, después de haber hecho gestiones para conseguir la exención arancelaria, se vio obligado a aportar las 230.000 pesetas que suponían las tasas, pues a finales del pasado año llegaba un especialista británico para instalarlo y era imprescindible disponer del aparato.En cuanto a la incubadora, cuyo coste de aduanas era de 130.000 pesetas, la Fundación San Francisco de Borja, que administra el sanatorio, se vio obligada a aportar un aval bancario por ese valor para poder disponer del aparato. Mientras tanto han continuado sin éxito las gestiones ante el Ministerio de Hacienda para conseguir la exención.

El director del sanatorio, el jesuita Juan Costa Catalá, indica que las dificultades proceden de que Fontilles no es un centro estatal, a diferencia del existente en Trillo (Guadalajara), y la ley no contempla el caso de las fundaciones benéficas privadas.

El patronato que regenta el sanatorio fue fundado por el jesuita valenciano Carlos Ferrís y aprobado legalmente en 1902, si bien el centro comenzó a funcionar en 1909. Desde entonces no se ha roto la tradición de que la dirección corresponda siempre a un jesuita.

El sanatorio de Fontilles está ubicado en el paraje del mismo nombre, a unos tres kilómetros de Orba, en la comarca de La Marina. Consta de varios pabellones distribuidos en un pequeño y paradisíaco valle muy alto, donde apenas turba de vez en cuando el silencio reinante algún automóvil.

"Aquí no paga nadie", dice Juan Costa. "Sólo con estar enfermo se le atiende y mantiene". En cualquier caso, ese fenómeno tan desconocido y tan maldito históricamente como es la lepra ha dejado en gran parte de conllevar el aislamiento social que suponía antes.

Por Fontilles pasan anualmente entre 450 y 500 enfermos, pero "de entre ellos están inscritos como residentes", puntualiza el director, "246 en este momento y se encuentran ausentes l32".

Estas cifras evidencian que la mayor parte de los enfermos siguen tratamiento, viven en sus casas, muchos de ellos trabajan, y periódicamente acuden al sanatorio para seguir los controles facultativos necesarios y el tratamiento. Los casos más graves, sin embargo, requieren estar internados, pero también pueden salir periódicamente.

Una enfermedad poco contagiosa

Contra la leyenda tradicional, la lepra se contagia muy dificilmente. "Y la prueba",dice Juan Costa, "es que en los 75 años que lleva funcionando el sanatorio no se ha dado ni un solo caso de contagio". Son las malas condiciones higiénicas y una alimentación deficiente las que favorecen la aparición de la enfermedad. En España estas condiciones han mejorado durante los últimos años, y ello, junto con el tratamiento a base de sulforias descubierto en los años cuarenta, y que consigue paralizar el proceso patológico, ha hecho que la lepra esté en franco retroceso."Nosotros", señala el director con referencia al personal que atiende el sanatoio, "tenemos un trato normal con los enfermos, sin ningún tipo de precaución especial".

El sanatorio de Fontilles tuvo durante 1983 un presupuesto de cerca de 100 millones de pesetas, de los,que algo más del 50% es aportado por donaciones voluntarias de particulares, y el resto por la Seguridad Social, que subvenciona el tratamiento de los enfermos que están afiliados, y las Diputaciones provinciales.

Juan Costa señala que, si bien el presupuesto puede parecer escaso, hay que tener en cuenta que "aquí hay más de 40 personas que están trabajando sin cobrar nada, salvo la manutención". Se trata de 5 jesuitas, 16 religiosas, 20 voluntarias y 6 voluntarios, siempre en cifras aproximadas, pues pueden variar según la época del año. "Todas estas personas no piden un céntimo por su trabajo y, como ejemplo, se puede decir que el conjunto de las 16 religiosas tiene asignada en este momento una cantidad de 40.000 pesetas mensuales para gastos, y nosotros, los cinco jesuitas, disponemos de unas 25.000 al mes".

"Eso no quiere decir que la institución sea tacaña. Por el contrario, siempre pone los medios necesarios para cualquier desplazamiento o gasto necesario. Lo que ocurre es que todos los que trabajamos aquí lo hacemos voluntariamente de una forma desinteresada".

Además, en Fontilles hay un director médico, el doctor José Terencio de las Aguas, que está asistido por otros tres facultativos. La presencia facultativa no es necesario que sea muy grande porque el tratamiento de la enfermedad no es complejo.

Otra dimensión importante de Fontilles es la investigación. Actualmente, tres médicos británicos y uno español trabajan en el aspecto inmunológico. Intentan conseguir una vacuna.

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