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Falleció el pintor Fernando Zóbel, fundador del Museo de Arte Abstracto de Cuenca y mecenas de las artes

El pintor Fernando Zóbel (Manila, 1924), fundador del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, promotor de la vanguardia española y mecenas de las artes, falleció en la madrugada de ayer en Roma, adonde había acudido con algunos familiares suyos para pasar unos días visitando museos. Falleció en la habitación del hotel Marini, donde se alojaba. El artista se encontró indispuesto, e ingresó cadáver en el hospital San Giacomo. No se han especificado las causas de la muerte, aunque en un primer momento se atribuyó a un infarto de miocardio. Está previsto que sus restos sean trasladados el lunes a España y enterrados el martes en el cementerio de San Isidro de Cuenca, ciudad de la que que era hijo adoptivo.

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Fernando Zóbel nació en Manila el año 1924, hijo de un hombre de negocios español, afincado en Filipinas, Enrique Zóbel de Ayala, y de Fermina Montojo Torrontegui. En 1933, viaja a Europa y estudia en Suiza, donde permaneció una temporada por motivos de salud, y también en España, que abandona cuando estalla la guerra civil.En 1936 regresa a Filipinas, donde se gradúa como bachiller en el célebre Brent College, que le abrirá posteriormente las puertas de la Universidad de Harvard (Estados Unidos). La segunda guerra mundial le sorprende en Filipinas y asiste, en 1941, a la invasión japonesa, lo que le obliga en estos años a estudiar la única carrera permitida por las fuerzas de ocupación niponas: Medicina en la Universidad de Santo Tomás de Manila. Al reconquistar las islas los norteamericanos, en 1945, Fernando Zóbel no encuentra ya obstáculos para realizar su verdadera vocación humanística y, enrolándose como marinero en un carguero militarizado, la única forma posible entonces para viajar, se dirigió a Estados Unidos, donde ingresó en la Universidad de Harvard, en la que obtendrá el grado de licenciatura magna cum laude en Filosofia y Letras el año 1949, con una tesis sobre el teatro de García Lorca.

En la biblioteca de la Universidad de Harvard, Zóbel continuó su labor investigadora, asentando uno de sus más sólidos intereses culturales: la bibliofilia, pero también andaba ya definitivamente empeñado en el desarrollo de su fuerte inclinación artística. Según comentaba, la primera cosa que hizo al llegar a Nueva York, proveniente de Filipinas, fue comprarse una caja de pinturas.

La investigación científica, el estudio de las más diversas técnicas artísticas y, cómo no, la pasión por el coleccionIsmo, que tuvo tantas direcciones como facetas su rica y cultivada personalidad, ocuparon plenamente estos años juveniles. En 1951, Zóbel participó en la primera exposición colectiva de su vida y, un año después, regresó a Filipinas, donde activó su dedicación artística.

En 1955, Zóbel viajó por Europa y recaló en Madrid, donde llegó a conocer a un grupo de inquietos jóvenes artistas españoles -Gerardo Rueda, Feito y Antonio Lorenzo- que le indican que se está produciendo un movimiento de renovación plástica solapada en nuestro país, aún culturalmente esquilmado por los efectos de la posguerra. En 1958, se instaló definitivamente en España, entablando más lazos con otros artistas españoles -Antonio Saura, Eusebio Sempere, Martín Chirino, Gustavo Torner, etcétera- y comenzó entonces su célebre colección personal, que acabará constituyendo la base para el Museo de Arte Abstracto de Cuenca, creado en 1963, con la ayuda de Gustavo Torner, Gerardo Rueda, Sempere y Antonio Lorenzo, aunque la institución no abriera sus puertas al público hasta 1966.

Ya en los años sesenta, el prestigio artístico de Fernando Zóbel era indiscutible y realizaba numerosas exposiciones individuales en España y en el extranjero. En los aproximadamente 35 años de vida activa como pintor, Zóbel, en efecto, llevó a cabo una treintena de muestras individuales, la última de las cuales tuvo lugar el pasado otoño en Sevilla. Esta última ciudad, con Cuenca y Madrid, fueron sus lugares habituales de residencia. Este gran artista español ha sido distinguido además con numerosos títulos y condecoraciones, académicas y civiles: hijo adoptivo de Cuenca, medalla de oro de Bellas Artes, conservador honorario en la Universidad de Harvard, doctor en Letras honoris causa, etcétera. Culminando su fecunda acción generosa, en enero de 1981 donó su colección personal, del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, a la Fundación Juan March. La razón de la donación fue, según él, que no podría "dirigirlo desde ultratumba". En la actualidad, este museo conserva 700 obras, 120 de las cuales están expuestas.

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