Strehler presenta hoy 'Arlecchino, servitore di due padroni' en el María Guerrero
El veterano director teatral Giorgio Strehler, fundador del Piccolo Teatro di Milano, director del Theatre de l'Europe y diputado en el Parlamento Europeo, estrena hoy en el teatro María Guerrero de Madrid, invitado por el Centro Dramático Nacional, el espectáculo Arlecchino, sérvitore di due padroni, de Carlo Goldoni, por la compañía del Piccolo. Con este motivo, el famoso hombre de teatro ofreció ayer una charla, en la sala del María Guerrero, que bien puede calificarse de lección magistral.Con una facilidad no sólo de palabra sino de gesto que convirtió la velada de anoche en un extraordinario acto de comunicación, Strehler habló de sí mismo y de teatro; pero habló sobre todo de su propia elección ante el hecho teatral, realizada en épocas muy tempranas: en primer lugar, la elección del teatro institucional, es decir, el teatro público, el teatro para muchos; en segundo lugar, el respeto al autor, al poeta, que es la base de todo, y en tercer lugar, la humildad del intérprete, la humildad del que pone en pie la palabra que le ha sido dada.
Con más de 200 espectáculos a sus espaldas -de 120 o 130 de los cuales es directamente responsable-, Giorgio Strehler conserva por el teatro el mismo entusiasmo con el que empezó hace más de 40 años. Su primer trabajo como director se produjo en 1941, al montar tres actos únicos de Pirandello. Para entonces ya colaboraba con Paolo Grassí en la organización de varios grupos de jóvenes que intentaban renovar el teatro en Italia. Pero fue en 1947 cuando ambos fundaron el Piccolo Teatro di Milano, a cuya vida ha estado ligado siempre.
Refiriéndose al Arlecchino... que hoy estrena en el María Guerrero, Strehler, que ha hecho del mismo cinco montajes en 37 años, dice que "él y yo somos los mismos de la primera vez y también somos distintos. Yo diría que Arlecchino ha ido despojándose de las cosas exteriores y enriqueciéndose en lo profundo".
Giorgío Strehler tuvo palabras exaltadas y llenas de esperanza para con la experiencia llevada a cabo por el Theatre de l'Europe, para la unidad de todos nuestros país es en una sola corriente, europea, llena de amor al teatro y, en definitiva, de amor a quienes lo hacen y lo reciben.
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