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DOCUMENTO / LLAMAMIENTO DE SEIS JEFES DE ESTADO O DE GOBIERNO

Para evitar el holocausto atómico

Hoy, la supervivencia de la Humanidad está en peligro. La escalada de la carrera armamentista, el aumento de las tensiones internacionales y la ausencia de un diálogo constructivo entre las potencias nucleares han incrementado el riesgo de una guerra nuclear. Tal guerra, aun utilizando una parte de los arsenales existentes, acarrearía muerte y destrucción a todos los pueblos.En nuestra calidad de dirigentes de Estados miembros de las Naciones Unidas, nos hemos comprometido a emprender acciones constructivas para detener y revertir la carrera de armas nucleares. La guerra nuclear es una amenaza tanto para los pueblos que representamos como para los habitantes de los Estados poseedores de armas nucleares. Si bien dichos Estados tienen la responsabilidad primordial de impedir una catástrofe nuclear, el problema es demasiado grave para dejarlo exclusivamente en sus manos.

Provenimos de diferentes partes del planeta, con diferencias en cuanto a religión, cultura y sistemas políticos, pero nos une la convicción de que no debe haber otra guerra mundial. Sobre esta cuestión, la más crucial de todas, hemos resuelto llevar a cabo un esfuerzo conjunto en favor de la paz.

Es obvio que resultan insuficientes los acuerdos destinados a regular exclusivamente la acumulación de armamentos. La probabilidad de un holocausto nuclear aumenta, en tanto que disminuye el tiempo disponible para una alerta a medida que las armas son más veloces precisas y mortíferas. La marcha hacia el suicidio global debe ser frenada y cancelada. Como un primer paso necesario, demandamos que Estados Unidos y la Unión Soviética, así como el Reino Unido, Francia y China, suspendan los ensayos, la producción y el emplazamiento de armas nucleares y de sus sistemas de lanzamiento, a lo que deberá seguir una reducción sustancial de las fuerzas nucleares.

Estamos convencidos de que es posible finalizar los detalles de un acuerdo que tome en consideración los intereses y las preocupaciones de todos los países y que contenga medidas adecuadas para su verificación. A esta primera acción deberá agregarse un programa permanente de reducción de armas que conduzca al desarme-general y completo, así como medidas que fortalezcan el sistema de las Naciones Unidas y garanticen la urgente y necesaria transferencia de recursos de la carrera armarnentista al desarrollo económico y social. La meta principal debe ser la reducción y la eliminación del riesgo de la guerra entre las naciones.

Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para facilitar acuerdos entre las potencias nucleares. Continuaremos con nuestras consultas acerca de las mejores vías y medios para lograr este objetivo. También mantendremos comunicación con los dirigentes de las potencias nucleares y con otros gobernantes del mundo, y proseguiremos las deliberaciones en los foros de las Naciones Unidas.

Afirmamos nuestra convicción en la distensión y en el entendimiento, con una amplia cooperación internacional y respeto al derecho de cada Estado a una existencia pacífica, segura e independiente, así como al derecho de cada pueblo a organizar su vida de acuerdo con sus propias aspiraciones. No pueden existir garantías unilaterales de seguridad. Por ello atribuimos tanta importancia a un alto en la carrera de armas nucleares que permita reanudar las conversaciones sobre desarrme nuclear.

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Preocupación por el futuro

Todos los pueblos tienen un interés supremo en la seguridad común y en evitar una guerra nuclear que amenaza la supervivencia humana. Los ciudadanos del mundo entero expresan, como nunca antes lo habían hecho, su preocupación por el futuro. Es preciso mantener y ampliar el debate público sobre la paz y el desarme. El apoyo y el aliento de un público informado fortalecer en gran medida las acciones gubernarnentales para dar marcha atrás la carrera de armas nucleares.

Tenemos fe en la capacidad de los seres humanos para superar las actuales divisiones y crear un mundo libre de la amenaza de una guerra nuclear. La capacidad y la inteligencia de la raza humana deberá emplearse no para perfeccionar armas de aniquilación, sino par, aprovechar los recursos de la tierra de modo tal que cada pueblo pueda gozar de una vida segura y digna en un sistema internacional libre d, guerras y basado en la paz y en la justicia. Hoy, el mundo oscila entre la guerra y la paz. Abrigamos la esperanza de que nuestros esfuerzo conjuntos contribuirán a influir sobre los acontecimientos.

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