Los jóvenes franceses premian 'Epílogo', de Gonzalo Suárez

ENVIADO ESPECIAL, Un jurado de jóvenes convocados por el Ministerio de la Juventud y de los Deportes de Francia que, al margen de la selección oficial, elige la mejor película proyectada en las manifestaciones paralelas de Cannes, ha dado ya su premio, dos días antes de que este concluya, al filme español Epílogo, de Gonzalo Suárez, presentado en la Quincena de Realizadores. El premio fue entregado por el actor francés Jean Claude Brialy a Francisco Rabal, el único protagonista del filme que se encontraba en esos momentos en Cannes.

Con el premio otorgado a Epílogo, comienza la cuenta atrás de un festival que se ha visto maltratado por la lluvia y el viento y, por lo tanto, disminuido en su capacidad de esplendor. Tanto es así que algunas de las escasas figuras que han hecho acto de presencia han pasado desapercibidas. Es el caso, por ejemplo, de Robert de Niro, que no acudió al encuentro con los periodistas tras la proyección de Érase una vez en América, de Sergio Leone, y que sólo favoreció a los fotógrafos del corazón cuando acudió, inopinadamente, a la proyección de gala de su película, presentada fuera de concurso, a beneficio del Instituto Pasteur. Leone había disculpado su ausencia en términos tan ambiguos que hicieron pensar que De Niro, como tantos otros, no habían acudido al festival.El festival ha perdido parte de su capacidad de convocatoria en el mundo de las estrellas de cine, o quizá sea que estas son las que ya no tienen el viejo esplendor que las hacía protagonistas exclusivas de cualquier película.

Los directores mandan, al menos en la sección oficial, y son sus nombres los que despiertan la curiosidad de los periodistas. Marco Bellochio y Carlos Diegues fueron los concursantes de ayer y, a pesar de que en el primer caso Enrique IV, según la obra de Pirandello, fuera Marcillo Mastroianni y Claudia Cardinale sus principales intérpretes, el público acudió preferentemente a contemplar el trabajo de Bellochio, es decir, del director que tanto éxito había obtenido con, entre otras, Las manos en los bolsillos y Marcha triunfal. De ahí que la decepción fuera aún mayor.

Los actores no superan por sí solos la monotonía de tan viejo texto filmado sin imaginación como si sólo se tratara de unos deberes bien realizados para emisiones televisivas. La historia de quien aprovecha un accidente para fingirse loco y mostrar así que los insensatos son quienes componen el mundo "normal", ya había sido narrada de otra forma por el propio Bellochio -Locos de atar, hace 10 años, por ejemplo-, aunque nunca como en este caso su trabajo fuera tan obsoleto. La única representación italiana del Festival de Cannes ha aburrido ostensiblemente a buena parte del público.

Como también ha ocurrido con Quilombo, del brasileño Carlos Diegues, que una vez más se remite a la lucha de liberación de los negros colonizados por las tropas portuguesas, nada menos que en el siglo XVII, época en la que sin duda se conformaron algunas de las claves de la actual situación de Brasil, pero que resulta escasa para exponer alguna perspectiva sobre el presente.